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Sobre la marcha del 21
Johann Sebastián Reyes Bejarano - Sociólogo Universidad Nacional de Colombia
Hay un sector númeroso de la población que respalda en las urnas la opción genocida que nos llevó a los falsos positivos, que votó contra el acuerdo de paz y que respaldó al impresentable de Rodolfo Hernandez, haciéndolo ver incluso como nuevo héroe popular.
Ese sector ha ganado muchas veces, la mayoría de las veces, arrastrándonos a este remedo de república en donde ejércitos privados se reparten el sometimiento de nuestro pueblo para que unos pocos vivan los privilegios de un país en guerra permanente y sin limites para el despojo.
Ese sector salió a marchar, dejando ver lo que es evidente para cualquiera que no viva en una fantasía: en toda sociedad en formación hay valores encontrados, y en Colombia hay una porción de la población dispuesta a que el orden se sostenga porque abraza los valores de ese orden.
Ellos seguirán siendo lo que son, pensando como piensan y actuando para defender el orden decadente, no importa que la economía se haya estabilizado, que baje la inflación y el desempleo, que aumente la cobertura en educación, se avance en la transformación productiva de la tierra entregándola a quienes la trabajan, se rehabiliten vías férreas o se atienda a poblaciones históricamente excluidas, pues cada uno de nuestros triunfos en favor del pueblo será visto como una afrenta a su valoración moral sobre la vida social.
Vivimos un momento crucial, el fascismo en Europa, el autoritarismo religioso en India, la limpieza étnica en medio oriente y el autoritarismo neoliberal en América Latina crecen como fuerzas sociales capaces de movilizar grandes sectores de la población. Se trata de un orden reajustándose en medio de la crisis para garantizar su sostenimiento a través de nuevos arreglos institucionales que requieren la fuerza de masas movilizadas.
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Pero en medio de las dificultades Colombia es una luz de esperanza en un mundo acechado por la oscuridad. Por eso tenemos una inmensa responsabilidad, la de mantener la decencia y el respeto por la vida como una fuerza transformadora capaz de entregarle a los pueblos del mundo una nueva utopía.
Hoy marcharon ellos, y fueron muchos, todos regresando sanos a casa como debe ser. Pero es tiempo de mostrar nuevamente nuestra fuerza, la fuerza de los millones que se han forjado en las dificultades imposibles de un orden genocida, de quienes a pesar de todo y con todo en contra lograron ganar las elecciones de ese país perdido para la maravilla del mundo.
Es tiempo de dejar de lado el sectarismo y el fraccionamiento, debemos recuperar las calles para exigir los cambios por los que votamos y que nos niegan los de siempre, apoyando el gobierno popular, demostrando que somos muchos más y seguiremos creciendo para ser ejemplo, para que este giro inesperado en nuestra historia sea el comienzo de la grandeza que siempre ha estado allí, aguardando su momento, que es este, ahora mismo.
¿Miedo, desesperanza? Pero como, si este es nuestro mejor momento, mire pa´ atrás y verá
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