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Ojalá la única “mecha” que se prenda sea la del fútbol

Ojalá la única “mecha” que se prenda sea la del fútbol
Por Manuel Alberto Caicedo Cañón

 

Ya han pasado cinco temporadas completas y más de diez campeonatos para que el América volviera a la primera A del fútbol colombiano y retornara a jugar oficialmente en el estadio de la calle 37. Y no solo han cambiado sus jugadores, sino que además sus barras seguidoras han aumentado en número y agresividad siendo sin lugar a dudas junto a la de Nacional las ciertamente fieles y las que tienen regados militantes por todo el país.

 

Pero además de onceno e hinchada reforzada también retorna con un técnico tolimense, un ex arquero y ex técnico del onceno pijao como Hernán Torres quien logró lo que muchos otros intentaron, retornar al equipo caleño a la categoría máxima, con sufrimiento, pero con efectividad y con muchas ganas de sostenerse.

 

No obstante, todo no es tan bueno y tan promisorio como se quisiera. El lunar en su casa y como visitante está en las mal llamadas “barras bravas” que han surgido tras la imitación que desde hace años han hecho de los hooligans o ultras ingleses que se destacan por buscar problemas dentro y fue del estadio enfrentándose con los contrarios ganen o pierdan sin razón alguna diferente a que el otro tiene puesta la camiseta diferente a la suya. Esa práctica entró a Suramérica por Argentina y como siempre imitamos lo extranjero los equipos vieron surgir, sin solicitarlo, a sus defensores y gladiadores que dejan huella por sus desordenes que han terminado hasta en la muerte de algunos de ellos.

 

Lo de América es un fenómeno según los entendidos que va desde la frustración de ver su equipo en la B hasta las ganas de desahogar sus problemas sociales en un estadio o en sus alrededores. Y se ha vuelto incontrolable haciendo que muchos se alejen del estadio y ya no se vea igual a la familia visitando las graderías. El fútbol creador de pasiones convertido en una razón para generar violencia que en muchas ocasiones combinado con el alcohol y otras sustancias genera que se pierdan los estribos con mucha facilidad y si se le suma irritabilidad por una pérdida de partido o un árbitro que se considera injusto, se crea una bomba de tiempo.

 

En Ibagué el fenómeno se ha dado, pero no tan grande como el de América, Nacional, Santafé o Millonarios, pero igual ha crecido y lamentablemente en menores de edad que han imitado a sus antecesores confundiendo el amor por su equipo por la inestabilidad en su comportamiento, muchas veces defendiendo lo indefendible. Hoy se toman medidas extremas para generar los menos problemas posibles antes, durante y después del partido.

 

Una es el cierre de fronteras a los buses que oficialmente transporten hinchas del equipo rojo. Otra el impedimento de entrar con la camiseta del equipo al estadio y la forma controlada como deben evacuar después de terminados los 90 minutos. Los hinchas americanos que viven en Ibagué han expresado su inconformismo y a lo ordenado lo han tomado como falta de garantías para las dos hinchadas y que de esa forma el espectáculo se ve afectado.

 

Los integrantes del grupo encargado de tomar medidas en estos casos donde tienen asiento la Policía, la Alcaldía, el Deportes Tolima y entidades que trabajan en riesgos de todo tipo tomaron la decisión ante amenazas en las redes sociales y la noticia sobre la llegada de muchos hinchas americanos en buses que desde Cali y Bogotá. El cierre de fronteras ya se ha hecho en varias ciudades y ha sido la única forma de garantizar aminorar los riesgos. Tres anillos de seguridad tendrán el estadio y se buscará llevar a los visitantes a sus buses acompañándolos hasta que dejen las fronteras del departamento.

 

Ojalá la utilización de cientos de hombres de la policía y la sensatez sea lo que prime esta noche en lo que debería ser un simple partido de fútbol y no un encuentro campal en donde los odios y las diferencias se diriman cual batalla de circo romano. Qué triste es hablar de orden público y no de estrategias de Pérez y Torres.

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