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Los malos vecinos de los conjuntos

Los malos vecinos de los conjuntos

Por Óscar Viña Pardo

Comunicador Social - Periodista

Escuché ayer en Caracol Radio, a una administradora de conjuntos residenciales que se expresaba sobre la situación que viven en la actualidad y casi no salgo del asombro.  Su trabajo se convirtió ahora en ocupación de alto riesgo y todo gracias a la intolerancia de residentes que no permiten el mínimo llamado de observación frente a la convivencia.

Son más de 600 conjuntos residenciales en Ibagué, entre complejos de casas o edificaciones, donde se vive esta problemática, la mayoría de ellas regidas por el reglamento de propiedad horizontal del copie y pegue que elaboran las empresas constructoras, y que no modifican. Lo anterior se convierte en regla general al no contar con un mínimo del 70% de propietarios que produzcan su propio reglamento al estilo PEI de los colegios.

Se rige entonces por el Código Nacional de Policía que establece normas claras de convivencia frente al ruido. Por ejemplo, casos como el no pago oportuno de las cuotas ordinarias y extras, es un verdadero dolor de cabeza; o que decir del no cuidado de las mascotas con sus excrementos y orina; el mal parqueo de los carros o motos, inclusive salir en calzoncillos.

Los testimonios de dos de estos administradores que son necesarios en todo conjunto, por todo y todo, son aterradores, personas sacando elementos corto punzantes porque no están de acuerdo en la forma como hacen su trabajo. Agresiones verbales cual vil megafoneros de productos en la calle sin importar quien este al, son el pan de cada día.

Vecinos que no aceptan mediadores y se van a “madres”, a palo, inclusive a bala como lo lee uno en los diarios. Administradores que a pesar de poner las denuncias respectivas se convierten en un canto a la bandera porque al ser amos, dueños de ese pedazo de tierra, creen que tienen derecho a deshacer con el otro.

El visibilizar este tipo de comportamientos agresivos nos demuestran que seguimos siendo una sociedad intolerante, sin normas de comportamiento. No es fácil entonces la tarea que realizan estas personas, que requieren además de un proceso de selección muy objetivo, porque la otra cara de la moneda me ha mostrado también hechos donde los administradores se llevan el dinero de los conjuntos, dejándolos en situaciones complejas, donde tienen que volver a empezar.  Palabras más, palabras menos, se roban hasta los escritorios.

La invitación desde esta columna se centra en hacerle un llamado a propietarios de bienes inmuebles para que se reúnan en un mínimo del 70% y puedan hacer verdaderos manuales de convivencia en uno de los entornos más importantes de nuestras vidas, la casa.   Entendamos además que el ejemplo comienza ahí y nuestros hijos son el reflejo de nuestras acciones a partir de nuestro comportamiento. 

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