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Educación de galpón: la universidad en la virtualidad educativa neoliberal

Educación de galpón: la universidad en la virtualidad educativa neoliberal

Por: Daniel Felipe León Hernández - Sociólogo. Docente universitario


El objetivo es el de siempre: entre más estudiantes, mayor rentabilidad. Aulas virtuales de más de cien estudiantes agolpando el “Zoom” o “Teams”. Es como un salón de clases con ausencias, algunos con el micrófono abierto mientras ven alguna telenovela, otros en medio del trancón de Transmilenio en Bogotá y algunos con la clase de fondo a modo de podcast. La educación virtual en tiempos neoliberales engrosa las filas de mayor cobertura a costa de menor calidad.

Los grandes adalides de la educación la aplauden de pie: la virtualidad vino para quedarse, para “revolucionar” el mundo educativo. Y cómo no, si es que es un negociazo. El estudiante pone el internet, los aparatos y el tiempo. No hay necesidad de desplazamientos. Todo en la comodidad del hogar. No hay gastos locativos para el dueño del letrero. Y si, todo esto es cierto. La virtualidad, bien entendida, es un facilitador de quehacer docente, también ayuda a aminorar gastos. El lío es cuando solo se entiende como negocio.

La profesora Piedad Ortega[1]lo analizaba desde el concepto de “educación de galpón”. Concluía en su texto que “en Colombia se está fortaleciendo una educación del galpón que procura la construcción de una cultura de la mendicidad y la precarización, educación habituada a los recetarios, formatos y burocracias como pretextos para asegurar la normalidad, la sana convivencia, la efectividad y la gobernabilidad educativa” (Ortega, 2022).

Respetuosamente, yo sumaría que cada vez el modelo educativo colombiano se acerca a sacralizar el enfoque virtual como un facilitador de la ampliación de la cobertura y del negocio educativo.  Sobre la base de este modelo te obligan a presentar tus trabajos entre tres o más (incluida la tesis de posgrado), todo en virtud de un supuesto “cooperativismo”, siendo solo un esfuerzo por facilitar la labor del docente para calificar la larga fila de estudiantes matriculados por curso.

Sé de posgrados que te “homologan” la especialización para cursar tu maestría. Cualquier profesor o investigador de larga data se arrancaría los cabellos. Esto, sin mencionar el tema de las homologaciones de títulos extranjeros, que mucho daría para debatir también.

Considero que resistir a este tipo de escenarios precarizantes, pasa por comenzar a exigirle a los entes legislativos y las universidades, tanto públicas como privadas, se implementen escenarios educativos acordes con lo racionalmente justo: No puede haber aulas con cien o más estudiantes para un solo docente, o contar con apenas un par de funcionarios administrativos para tal fin.

Debe haber una constante revisión del currículo virtual, y subirlo a plataforma a la par que los estudiantes están estudiando. Crear recursos virtuales bajo estándares de responsabilidad y respeto por los derechos de autor[2].  Y bueno, seguramente la lista de exigencias será larga. La educación universitaria no debe seguir por el camino que está tomando, sacrificando calidad solo por llenar los bolsillos de algunos.

Para cerrar, quisiera contar una pequeña anécdota (soy profesor, me gusta contar historias de mi vida en clase y cuando escribo). Alguna vez, en mi primer trabajo formal, en el cual ejercía como tutor virtual en una empresa “x” en Bogotá, recuerdo que estaba en la hora de almuerzo. Como era mi primer trabajo me pagaban una miseria. Era tutor en algunos programas que ofertaba la empresa. Hablando con una de las secretarias, se me ocurrió mofarme de que nosotros (es decir, la empresa), ofrecíamos un bachillerato validado, que éramos un “validadero”. En ese momento pasaba uno de los jefes y alcanzó a escuchar, entonces me llama aparte (sin respetar que era mi hora de almuerzo y podía hablar de lo que se me viniera en gana), y me dice ofuscado:

            -Mire Daniel, le explico – con toda la altivez de un Steve Jobs de los bachilleratos virtuales- aquí lo que ofertamos es un bachillerato por ciclos, no somos una institución de validación, ¿le queda claro?

Yo ni respondí. Desde esa época ya sabía lo que realmente significaba la virtualidad para aquel hombre. A nadie le gustaría que se le metan con el negocio, y qué mejor manera que disfrazarlo con algo que no es. Fin.

 


[1] Véase “Por qué dicen que tenemos una educación de galpón en Colombia” URL https://www.las2orillas.co/por-que-dicen-que-tenemos-una-educacion-de-galpon-en-colombia/

[2] En esto plataformas como Platzi o Coursera le darían cátedra a cualquier universidad tradicional.

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