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La sociedad de los buenos: el experimento social

La sociedad de los buenos: el experimento social

Por: Luis Orlando Avila Hernandez

Esta semana, con miles de kilómetros de diferencia, se inician dos pruebas experimentales para medir el comportamiento social, o dicho en cristiano: de la manipulación de la mente para fines de obediencia (adaptación) y rendimiento (competencia) social, es decir, el santo grial de las sociedades de consumo, bajo las cuales el capitalismo gringo, británico, judío, árabe, ruso o chino, es posible.

El primero (el más esperanzador), dará inicio este lunes 3 de septiembre y en el cual durante cuatro semanas se les enviará diariamente a voluntarios participes (yupis, millenials y zillenials asalariados adeptos a la informática) trabajadores del mundo técnico digital de California (Valle Silicón, USA), encapsuladas microdosis de LSD y de psilocibina (ingrediente activo de los hongos alucinógenos) junto a otras con placebos, sin saber cuál es cual, o como lo predicen sus mismos promotores británicos, la Fundación Beckley, pionera en este tipo de estudio de sustancias que alteran la mente y el Imperial College London: “…Completarán cuestionarios y pruebas, y jugarán juegos cognitivos en línea, y solo al final aprenderán si estaban felices y concentrados debido al LSD o solo porque pensaban que estaban usando LSD o psilocibina.” (Primera vez que se inician ensayos sobre los efectos de la microdosificación del LSD, theguardian.com, sept 1/2018).

El segundo (menos esperanzador y humano), este viernes 7 de septiembre cumplirá un mes y con el cual durante cuatro años (millones de las, lxs y los asalariados, rebuscadores de salario y desempleados tolimenses y colombianos de todas las edades), se les medirá su resiliencia adaptativa bajo un entorno de pobreza y subsistencia social inducida, entre otros, ante: un nuevo IVA del 19% a productos de la canasta familiar; una reducción del salario mínimo; un posible conflicto militar con Venezuela tras la visita de Trump en noviembre y frente a la inminente carencia de oferta de combustible nacional después del 2019 (Estudio de la Contraloría ratifica insuficiencia petrolera en el 2021, contraloría .gov.co, comunicado de prensa N°77 junio 5/2017); una nueva retención en la fuente a salarios de menos de 2 millones de pesos; un abierto licenciamiento internacional para el fracking (inyección de agua a alta presión en el subsuelo) en toda la ladera andina tolimense; una nueva liberalización de las importaciones de arroz y leche; un renovado desamparo a millones de pequeños caficultores ante el proteccionismo de los tostadores gringos y sus ganancias; una ampliada aspersión de glifosato sin restricción; un nuevo control policial a la protesta social y una remilitarización de la cotidianidad social, es decir una versión remasterizada del “héroe” y de su premisa filosófica y religiosa de “los buenos somos mas”.

Su placebo, a diferencia del experimento británico en Valle Silicón, no vendrá en capsulas, sino en altas dosis de redes sociales y talkshow propiedad de Blackwater, Caracol y RCN, cargados de fake news (noticias falsas), solo por mencionar algunas que el imaginario de los déspotas ya han empezado a difundir (socializar): la dictadura y sus armas de destrucción masiva de Venezuela, el criminal de guerra brasilero Ignacio Lula, la violación de niños por los “narco terroristas de las Far”, el pedófilo cura Francisco de Roux y su Comisión de la Verdad, la anticatólica y comunista JEP, la apostata y diabólica identidad de género de las minorías LGTBIQ, la necesidad cultural de la ESMAD hasta en los jardines infantiles de los barrios subnormales.

Ambos experimentos sociales van dirigidos a medir el efecto de sustancias o políticas sobre la mente de grupos enteros.  Pero en el llevado por los británicos, dicho grupo es selecto, intelectualmente formado, socialmente rico y en esencia son quienes diseñan los dispositivos y programas computacionales (aplicaciones) para el resto del mundo occidental, con los que son posibles los experimentos de mayor escala, como el que se lleva en Colombia.

(Quizás quiera leer:Un tolimense en el Banco Agrario: ¿un tributo a la exclusión?)

Es más, otra probada diferencia es que las decenas de gringos escogidos por los británicos en su experimento, no saben cuál es cual de las píldoras que toman.

En cambio, en el experimento social colombiano que inició el 7 de agosto anterior, éstos si lo saben y lo han sabido.  Al punto que 10’362.080 voluntarios dijeron y dirán vivirlo y disfrutarlo con placer.  Con el mismo placer de cualquier ratón de laboratorio, al cual después de experimentos y sufrimientos, al final del día se le premia con una rueda de Hamster, un poco de agua y alimento, en su asignada jaula.

Cuando se llegue al final de los experimentos, la sociedad de los buenos tendrá más motivos para celebrar y perpetuarse, en medio del embrujo psicodélico británico de las microdosis de psilocibina y en medio del embrujo autoritario electoral colombiano de macrodosis de fake news que adiestran al pobre a regocijarse y a agradecer su pobreza.

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