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Ingrit Valencia, el Tolima por encima de todo
Por: Juan Sebastián Giraldo
Ingrit Valencia, cuyo nombre es con “t” debido a un error del notario, se ha convertido, probablemente, en la mujer más importante en la historia del boxeo en Colombia. Sus ojos claros han estado al frente de las cámaras en Brasil, Chile, México, Turquía, India, El Salvador y, por supuesto, Colombia, lugares donde ha disputado algunos de los eventos deportivos más importantes del mundo.
“La Zarca”, como la llamaban cuando era niña, se colgó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 en la categoría de peso mosca femenino, convirtiéndose en la primera colombiana en ser podio en unos juegos olímpicos en boxeo.
Fue subcampeona del Mundial de boxeo femenino de Turquía (2022) y medalla de bronce en el Mundial femenino de India (2023). Ha sido medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de México (2014), Colombia (2018) y El Salvador (2023). Asimismo, es una de las mayores ganadoras de este deporte en los Juegos Bolivarianos, los Juegos Suramericanos y los Juegos Nacionales de Colombia.
Ingrit, quien representa a la Liga de Boxeo del Tolima desde hace casi una década, se ha forjado un camino lleno de éxitos que la han convertido en uno de los orgullos de Ibagué y el Tolima, a pesar de no haber nacido en esta tierra. Sin embargo, su vida no siempre ha sido tan dorada, y durante mucho tiempo hasta las monedas escaseaban, por lo que el trabajo duro y el esfuerzo la acompañan desde niña.
La niña de la vereda El Arenal que se convirtió en boxeadora
Los primeros cielos que vieron los ojos de Ingrit fueron los que arropaban a una pequeña vereda del municipio de Morales, Cauca. En El Arenal creció bajo el cuidado de sus abuelos, a quienes ayudaba en la difícil tarea de vivir en el campo. Recogiendo leña, caña de azúcar y plátano, pasó los primeros años de su vida, los cuales recuerda con mucha alegría.
Su madre dejó la casa familiar y se mudó a Cali en busca de mejores oportunidades, a su padre solo lo conoció en fotografías. Sus abuelos lo eran todo para ella, pero a sus 13 años tuvo que dejarlos e ir a vivir con su madre debido a los problemas de salud que cada vez se hacían más frecuentes para ellos.
Una vez en Cali, chocó con la difícil realidad de vivir en un barrio periférico de una gran ciudad. En El Refugio en el Distrito de Agua Blanca, vio cómo, debido a la inseguridad, perdía la libertad que caracterizaba sus días en Morales.
En la capital del Valle del Cauca dio sus primeros puñetazos. De una u otra forma, el matoneo del que fue víctima en su etapa escolar la terminó llevando a los rings, encaminando lo que sería su futuro como pugilista. No obstante, el camino no sería fácil y distintas razones la obligaron a terminar como cocinera para los obreros de una construcción durante tres años, tiempo en el cual, sin importar las dificultades, no paró su entrenamiento.
El 2010 fue un año que marcó su vida. En el alba de aquella década conoció al entrenador tolimense Raúl Ortiz, quien la convenció de participar en los Juegos Suramericanos de Medellín (2010), donde Ingrit, sin haber competido nunca en un torneo oficial, logró la medalla de bronce.
De Cali a Ibagué
El Valle del Cauca y la sucursal del cielo fueron su primera casa deportiva y a la cual representó en los Juegos Nacionales de 2012, pero sin mucho éxito. Según cuenta, debido a temas personales y falta de apoyo deportivo tomó la decisión de mirar hacia otros lares y recaló en la ciudad Musical de Colombia, la tierra de su futuro esposo, Raúl Ortiz.
“Participé en los Juegos Nacionales de 2015 representando a la Liga del Tolima y gané medalla de oro, al igual que en 2019. Este departamento me abrió sus puertas y me quedé aquí. Hoy en día soy una tolimense más, una ibaguereña más. Estoy agradecida con todos los entes que me han apoyado desde que me conocieron. Me enorgullece representar al Tolima”, contó la deportista a El Cronista.co.
- Lea también: La estafa que sufrió Ingrit Valencia en Ibagué
En Ibagué, no solo consolidó su carrera como pugilista, sino también su familia. Al lado de Raúl Ortiz, su entrenador y esposo, crearon un proyecto de vida, una familia. Con el tiempo, también se enamoró de Ibagué y de la vida en la capital del Tolima. “Ibagué es una ciudad que me enamora, me gusta mucho su gente, su gastronomía, todo. Siempre que hablo de Ibagué me lleno de emoción e ilusión. Sigo acá y creo que aquí culminaré mi deporte y mi vida personal, consolidé mi familia y me siento muy contenta de vivir aquí”.
Ingrit no escatima en elogios para referirse a Ibagué, a pesar de que en 2021 fue víctima de una estafa en la que perdió alrededor de $150 millones que había invertido en una casa y que al final se trató de una falsa venta. El tema terminó en buen puerto: el estafador fue capturado y gracias a una alianza entre el Gobierno Nacional, empresas privadas y una campaña de solidaridad, se recolectaron $150 millones para la nueva casa de la pugilista.
Tras vivir en varias casas ahora se encuentra establecida en un conjunto residencial de la ciudad en el que se siente segura y tranquila, y donde es el mayor ídolo de sus vecinos. “Me enorgullece muchísimo el cariño que me tienen en Ibagué, siempre que llego de cualquier evento internacional me reciben de gran manera. Mis vecinos se pusieron muy contentos con la última medalla y me recibieron con un agasajo. Normalmente las personas se enfocan solamente en sus vidas y no piensan en los demás. Espero seguir retribuyendo esa confianza y ese orgullo que sienten las personas al sentir mis triunfos”, cuenta emocionada.
Los ojos puestos en el futuro
La siguiente meta de Ingrit son los Juegos Panamericanos de Chile (2023), los cuales son clasificatorios para los Juegos Olímpicos de París (2024), donde espera superar lo conseguido en Río de Janeiro (2016). “La idea es superar lo conseguido, me estoy preparando para ello. El boxeo es un deporte de contacto y apreciación, dependemos de nuestro rival y de cinco jueces que a veces aprecian las cosas de manera diferente, pero yo creo que vamos bien. Todo es incierto, pero nada es imposible, así que espero poder llegar a la final, tenemos todo para lograrlo. Yo solo espero que Dios me dé salud y vida para prepararme de la mejor manera y llegar bien al encuentro”, sentencia.
En diálogo con El Cronista.co habló de la ilusión que le significó haber podido disfrutar de los últimos días de las fiestas de Ibagué, ya que generalmente no puede hacerlo debido a la rigurosidad de su preparación deportiva y su agenda. Por otro lado, señaló que su objetivo es representar el Tolima hasta que cuelgue los guantes. “No tengo problema en quedarme aquí en el Tolima, así que los representaré hasta que me retire del boxeo. Sin conocernos la vida me abrió las puertas del Tolima y la gente me admira y me quiere desde el primer momento en que llegué acá”, concluye.
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