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Imposible bailar así
Por Sebastián Alvarado - Periodista
El estadio El Campín, siempre ha sido el ícono de los mejores conciertos de Bogotá y el país. Tal vez esta es una apreciación para los artistas dentro de su competencia o las personas que pueden pagar más de 3 millones de pesos para un palco.
En primer lugar, los más de 10.000 espectadores, atendidos en la parte de la grama del estadio, se sienten privilegiados y además demuestran un poder adquisitivo superior a las personas que se encuentran en las gradas. Pero más allá de eso, realmente los que disfrutan el concierto, pagando ese precio, son las primeras filas, porque si uno llega tarde ya le tocaría ver el concierto muy atrás.
Siento que es una pérdida de dinero porque el concierto no se puede ver de la misma manera como lo imaginaste cuando lo pagaste. Además, es un problema la obstaculización del máster externo a la tarima y no hay nada más horrible que te caigan gotas de lluvia cuando no tienes una sombrilla y pretendes tener un poquito de superioridad, porque hay que tener en cuenta que al estadio no te dejan entrar sombrilla, a menos de que seas una persona reconocida, y a veces es inevitable la lluvia y los charcos gigantes que se hacen en este espacio, donde se supone que es VIP.
Ahora, las personas como yo con poca capacidad económica tenemos que pagar una boleta para disfrutar un concierto donde ni siquiera se puede bailar a gusto, ya sea por la incomodidad de las sillas o por la cantidad de las personas que se acercan a ti, que a veces no son las que esperas que se hagan a tu lado. Además, el estadio está diseñado para ver partidos de fútbol, no para disfrutar un concierto.
Finalmente, es un escenario donde sólo se puede disfrutar el deporte, no conciertos. No es por clasificación de espacios, sino porque un espacio para un concierto debe estar totalmente adecuado para poder expresar de una manera más tranquila y también poder aguantar ocho horas sentado o de pie sin tantas personas encima, que pueden llegar a ser inescrupulosas.
El espacio de El Campín se hace pequeño entre tanta gente que hay y algunas veces empieza a haber un olor a orines delicioso por las personas que se hacen arriba de las gradas a orinar, y no sólo hombres, sino también mujeres, quienes son las que, por ejemplo, en el concierto de salsa hace poco realizado, provocaron esta situación. Conclusión: el estadio Nemesio Camacho El Campín no es el indicado para ofrecer conciertos.
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