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Hernando Torres, el profe que amó la pelota naranja
Tenía yo 14 años cuando dejé el fútbol y me incline por el baloncesto. De la mano de los formadores Jairo Machado y Hernando Torres comencé esa vida de deportista de la que tengo gratísimos recuerdos por más de 20 años.
Hernando era el entrenador de la liga de baloncesto del Tolima, con él compartimos 3 o 4 horas diarias haciendo ejercicios de repetición, y su voz medio ronca animaba cada uno de nuestros pasos. Luego al punto de tiro libre, flexione piernas y hasta meter al menos cinco seguidas podía pasar a la siguiente rutina.
Viajamos al Líbano al departamental y luego a Cartagena, nos preparamos para hacer un papel decoroso, por eso era doble entrenamiento, a las cinco de la mañana y luego por la tarde. Con el tiempo, por su vocación y convicción, terminó siendo parte de nuestros corazones, conocía de nuestras cuitas y gozaba como niño con los partidos que disputábamos.
Mi historia, es la misma de más de ocho generaciones, que tuvieron en Hernando, el profe Torres, la oportunidad de crecer desde el deporte con mucha disciplina. Hace unos seis años conocí su última “cochada” en un proyecto que inició con Rubén Ruíz Antía y luego Oswaldo Penagos, muchachos que luego en su mayoría hicieron parte de esa selección Tolima masculina con una excelente representación.
A su esposa e hijo mis condolencias, sé que muchos deportistas como yo agradecemos esa pasión por ser más que un entrenador, un formador. Nos dio disciplina, y desde el respeto por la pelota naranja nos enseñó que mas que perder o ganar un partido debíamos enfocarnos en nuestro proyecto de vida. Se lo dije en vida, gracias Hernando. Paz en su tumba.
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