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El viagra proletario se toma al parque Murillo Toro de Ibagué
Una vez a la semana Timoteo Sánchez Rodríguez*, cumple una cita religiosa con su vendedor de capsulas, pastillas y jarabe "Mero Macho", un supuesto potenciador sexual ecuatoriano que se vende en el parque Murillo Toro de Ibagué, casi en forma clandestina.
No tiene licencia del Invima, pero es uno de los productos más solicitados por una clientela que supera los 65 años de edad, y también por jóvenes deseosos de tener jornadas sexuales insuperables e interminables.
Este secreto y casi misterioso mercado de medicamentos que despiertan el apetito sexual tiene sus orígenes remotos en la mitología griega con Afrodita, la diosa del amor, de donde deriva el término 'afrodisiaco', y desde entonces, los seres humanos han buscado procebos o productos que estimulen sus pasiones y hasta perversiones. No en vano los comerciantes y vendedores de frutas y ciertos productos alimenticios, para incrementar sus ventas, les ponen los remoquetes de 'afrodisiacos', llámese chontaduro, aguacates, fresas, trufas, banano, mariscos, almejas, pescados o caldo de Ministro o caldo de Aquel. Es todo un vademécum interminable establecido en el imaginario de la gente necesitada de una receta apropiada para abrirle campo a su imaginación sexual o cumplir sus sueños de cama.
Ante esta carga cultural de necesidades sexuales reales, no lejanas de cierto y delicioso morbo, el Viagra resulta una pastilla cara y no apropiada para el consumo de todos los hombres, que aunque se vende libremente es recomendable adquirirla con formula médica.
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Estos motivos: los altos precios y las contraindicaciones del Viagra, hacen que los usuarios o pacientes con problemas de erección busquen otras alternativas menos costosas y riesgosas.
En este sentido, nada mejor que ese mercado clandestino que se desarrolla en pequeñas bolsas o maletines a plena luz del día en las bancas del parque Murillo Toro, o en la rotonda o jardinera del mango frente a la gobernación del Tolima, o en sus alrededores. Allí, con el sigilo debido, "Mi Chinito" y "El Científico"*, exhiben sus condiciones de vendedores de placeres, goces y fantasías sexuales que quizá ellos nunca han podido satisfacer, pero que con su verbo convincente de falsos erotismos de plaza de mercado, consiguen clientes dispuestos a consumir cualquier jarabe, pastilla, inyección, capsula o bebedizo naturista, a bajos precios, sin menores riesgos y con la esperanza de despertar su virilidad dormida desde tiempos inmemoriales.
La pena y bajos costos
"Mi Chinito", un boyacense que viste una camisa guayabera blanca, con los botones sobresalidos por la barriga pronunciada de quien la luce, es uno de los proveedores de este incipiente mercado de potenciadores sexuales no dice que uno de los plus de su mercado es la discreción. "Aquí. entre hombres nos entendemos y ellos (los compradores) llegan con más confianza y sin pena a pedir nuestros productos, la privacidad es fundamental, pues muchos no se atreven a comprarlos a una mujer o en un lugar donde haya más de una persona. Además, los costos son mucho más bajos que los fabricados a base de químicos, donde los más baratos en una farmacia les puede costar entre 10 y 15 mil pesos, mientras los naturista que nosotros vendemos van entre los dos y cinco mil pesos", manifiesta el proveedor.
Entretanto, "El Científico", indica que los productos se venden al menudeo por pastilla, capsula, o jarabe, donde el consumidor no necesita comprar cajas o frascos enteros que les sale más costosos; y obviamente, "esta es una de nuestras ventajas frente a un almacén o droguería donde solo les venden los frascos o cajas".
Luego agrega que la clientela es variada y que no solo los pensionados o personas de avanzada edad son los únicos que compran. “Tenemos clientes relativamente jóvenes que no superan los 30 años, los que seguramente quieren experimentar o que ya no les funciona bien y tienen que acudir a los estimulantes", agrega "El Científico".
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Y aunque no tienen un censo ni estadísticas sobre los compradores, calculan que pueden llegar a los 15 o 20 diarios, que de todas maneras les deja para la comida y la subsistencia.
Los contentos y los defraudados
En este mercado semi clandestino de píldoras del amor no todos quedan contentos con los resultados. Está el caso de Bertulfo*, un hombre de 69 años, que dice que esos productos no le sirvieron para nada y se considera estafado. "Me hicieron pasar una pena con mi nena", asegura el frustrado cazador del amor.
Entretanto, Agapito*, un hombre de 71 años, con tono exuberante exclama que está contentos y satisfecho con la capsula que está consumiente. "Mi vida sexual ha mejorado mucho y mi mujer es la más contenta. Me siento como un toro de casta", expresa.
La conducta sexual humana y de los animales siempre ha sido misteriosa y controvertida que hasta de psicólogos necesita, y así tenga discriminación social en cuento a costos de medicamentos para despertar el libido de los hombres, lo cierto es que ricos y pobres van tras de lo mismo: hacer crujir las camas y echar los polvos que nos queden con todas las de la ley. No importa que sean proletarios.
* Por obvias razones fueron cambiados los nombres de los entrevistados a la hora de la redacción.
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