Por Samuel Gómez Ramírez

Este 27 de septiembre se selló en Cali, por pedido de empresarios y ciudadanos, la alianza de dos candidatos a la alcaldía de esa ciudad, con miras a no permitir el continuismo, cerrarle el camino a los carteles políticos y buscar más bien, corregir el rumbo, recuperar el tiempo perdido y proyectar a Cali como la ciudad que los vallecaucanos se merecen.

Para Diana Rojas primó el amor por su ciudad, ya no será candidata, pero en el corazón de los caleños quedará plasmado su nombre y su imagen, será la de una mujer valiente y políticamente confiable; su futuro como líder y actora central del porvenir del Valle del Cauca, no tienen objeción.

En Ibagué y el Tolima, estamos en las mismas condiciones: acorralados por los clanes politiqueros de Barreto y Hurtado, todos los años más atrasados dentro del contexto nacional, con las tasas de desempleo por las nubes, sin recursos de la nación porque no aprovechan la oferta nacional, inseguros y sin un norte que guíe el desarrollo; han pasado 30 años desde la administración de Peñaloza y ninguna obra sobresaliente se puede mostrar en Ibagué.

Se avecina la contienda electoral del 29 de octubre y los clanes repiten la estrategia de gobernar en cuerpo ajeno, para lo cual han dispuesto sus candidatos, con la seguridad que serán sus títeres y seguirán manejando la ciudad y el departamento, como se les venga en gana.

Derrotarlos es el reto que tienen los políticos del Tolima que no comparten esta hegemonía dañina y mal intencionada y el desafío que tenemos los ciudadanos que queremos a Ibagué y el Tolima; aún hay tiempo para hacerlo.

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Petro sacó en Ibagué para la segunda vuelta presidencial 124.000 votos, el colectivo de esa coalición de Pacto Histórico se mantiene, luego hoy es opción de poder en Ibagué, si todos los esfuerzos se dirigen a conquistar la alcaldía, para no permitir el continuismo y el caos en que está postrado el municipio, pero estamos hoy como estaban en Cali hace pocos días: divididos los alternativos, como se nos llama y los clanes de siempre felices, porque aprovecharían el desacuerdo para instalar los títeres de turno y seguir manejando la ciudad como su hacienda y a los ciudadanos como sus esclavos.

Marco, Renzo, Olga B, Martha Alfonso, Carlos Reyes, Morato, Camilo Delgado, los directivos de los partidos de la coalición del Pacto Histórico, sus equipos asesores y los ciudadanos que seguimos las banderas de los alternativos, tenemos la obligación de buscar consensos y presionar un acuerdo, como en Cali, para convertirnos en verdadera opción de poder y salvar a Ibagué de las garras de estas aves rapaces que tanto mal le han hecho a la ciudad.

No es el momento para pensar en conveniencias políticas personales, por importantes que sean las dignidades, ellas son parte de un colectivo que tiene que responderle a la ciudadanía por la confianza depositada y al municipio por su progreso y desarrollo. Primero Ibagué.

Si el 29 de octubre, día de elecciones, nos presentamos divididos, se pierde la alcaldía y el número de votos, sumados los dos alternativos (Renzo y Marco) es superior al número de votos del ganador (de los clanes seguramente), la historia no nos lo perdonará y quienes se hayan opuesto a esa unión,  no tendrán cara para volver a pedir el apoyo popular; al contrario de lo que sucederá con Diana Rojas en Cali,  serán ingratamente recordados y políticamente castigados.

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No quiero pensar, que algún candidato esté más interesado en un caudal electoral para su beneficio futuro, que contribuir hoy formando una alianza para sacar la ciudad adelante; como en las guerras, siempre se deben hacer sacrificios, si de ganarlas para el bien de todos se trata.

Qué bueno que en la exitosa marcha del 27 de septiembre, hubiésemos llegado unidos con un solo candidato, dando un mensaje de apoyo al presidente y sus reformas sociales y políticas y mostrándonos como una fuerza capaz de extender el cambio al nivel local. URGE LA UNIDAD.