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El alcalde y la alcaldesa de Ibagué

El alcalde y la alcaldesa de Ibagué

Alcaldesa Johana Aranda y exalcalde Andrés Hurtado. 

Por: Humberto Leyton


Los insistentes comentarios y rumores sobre la una hipotética división de la alcaldesa Johana Aranda y su tutor, el exalcalde Andrés Fabián Hurtado, se reduce simplemente a quién puede llevarse los mejores resultados de la contratación direccionada que viene desde la administración anterior, solo que en esta oportunidad entra un nuevo jugador: Juan Arturo Gutiérrez, esposo de la mandataria local.

Los insistentes comentarios de algunos medios que en forma un tanto sensacionalista anuncian una ruptura de las relaciones políticas entre la alcaldesa Aranda y su mentor el exalcalde Hurtado, no pasan de ser globos noticiosos patrocinados por la primera o el segundo de los nombrados, que buscan una exhibición de poderío en la opereta que han montado en la alcaldía de Ibagué.

Es así como la señora Aranda trata de dar gritos de independencia y autonomía de su gobierno, y por medio de sus periodistas de confianza trata de enviar mensajes de cambios de funcionarios de su administración que terminan siempre sustituyendo a los recomendados de Hurtado por otros candidatos de Hurtado.

En nuestro criterio, la alcaldesa no tiene el carácter, la autonomía ni la independencia para tomar decisiones que impliquen un cambio en el rumbo de su administración sin el consentimiento y autorización de su acudiente el exalcalde Hurtado.

La alcaldesa es un personaje ninguneado, maleable y manejable, cuyo jefe no muestra ningún respeto y simplemente la tiene para que cumpla sus órdenes. Y es en este escenario que aparece Juan Arturo Gutiérrez, como consejero, además de tratar de influir en las decisiones oficiales que en razón de su cargo, debe tomar su esposa, sobre todo en temas de contratación y de nombramientos de funcionarios.

Y es aquí, cuando Hurtado se inquieta y para desprestigiar la labor del acucioso esposo de la alcaldesa, filtra información a los periodistas de su nómina, como el caso de la fiesta traqueta del cumpleaños de la Contralora Municipal Edna Margarita Murcia, realizada el pasado 6 de abril,  organizada por su marido Antonio Fajardo Rico, un personaje con amistades y contactos, al menos sospechosos, del departamento del Caquetá, lugar de donde es oriundo. En el relato construido de esta jarana por unos portales, se informaba sobre un pacto entre el esposo de la alcaldesa Juan Arturo Gutiérrez y el de la Contralora Municipal, Antonio Fajardo, para una contratación por dos mil 100 millones de pesos, que saldrían de entidades como el IBAL, Infibagué y la Alcaldía; contratación no necesaria para el funcionamiento ni desarrollo de la administración municipal.

Esta fue una notificación explícita de Hurtado de que no se dejaría montar competencia en materia de contratación de la alcaldía, incluso en corrillos de contratistas y en los pasillos de la alcaldía y entidades del orden municipal, se dice que el exalcalde también les hizo saber a los contratistas que se definieran: si estaban con Gutiérrez (esposo de la alcaldesa) o con él (Hurtado).

Esto nos da a entender que el verdadero enfrentamiento que existe entre la alcaldesa Aranda y su acudiente Hurtado, no obedece a temas ideológicos, programáticos o de concepción de la administración municipal, sino a una lucha interna que existe por el manejo de la contratación entre el esposo de la alcaldesa y quien la puso en ese cargo como su sucesora.

Una prueba de que Hurtado es el que manda en esta materia de contratación, es la reciente adición que se hizo al contrato de las piscinas Olímpicas de la 42 por ocho mil 100 millones de pesos, lo que eleva su costo a cerca de 22 mil millones de pesos, de un escenario que fue presupuestado inicialmente  en ocho mil 500 millones de pesos. El exalcalde patinó el incremento y la alcaldesa no tuvo otra alternativa que firmarlo.  

Lo que divide a Hurtado y Gutiérrez es el dinero, los beneficios millonarios que les deja el oscuro y direccionado sistema de contratación de la administración municipal de Ibagué.

Entretanto, la alcaldesa Aranda sin ningún criterio ni autonomía, se dedica a estampar su firma en lo que ordena Hurtado, y ayudarle por los laditos y a hurtadillas a su esposo Gutiérrez.

Infortunadamente a estas alturas la capital del Tolima, tiene una mandataria que gobierna en cuerpo ajeno, pero además, atormentada por el fantasma de su marido que aspira a recoger las migajas que le dejen de la contratación de Hurtado.

Por primera vez en la historia de Ibagué, con 473 años de fundación, tiene dos alcaldes simultáneamente: una nominal y uno con el poder real.  

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