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Ecos del festival folclórico
Recibí de Alexander Castro, secretario de Cultura y Turismo del Tolima, una respetuosa y amable queja sobre mi anterior columna, “Historias incompletas”, en la cual expresé que el Festival había perdido el espíritu con que había sido creado hace 66 años, cuando se inspiró para que los tolimenses se pudieran reconciliar de la aciaga violencia de los años cincuenta.
Debido al talante con que fue escrita la nota, por respeto con los lectores, y en aras de ser objetivo y justo, me permito transcribirla:
“Apreciado Guillermo, con la profunda admiración y respeto que te tengo, debo manifestar mi enorme contradicción con tu columna sobre el Festival Folclórico Colombiano, máxime cuando el país nos reconoce hoy como la meca del Folclor Nacional.
- Puede leer: Historias incompletas
Veo que no estuviste enterado de la agenda cultural que incluyó más de 62 eventos a lo largo y ancho de la ciudad, que incluyó los homenajes a Adriano Tribín y a todos aquellos que emprendieron esta gesta en el año 1959 de paz y reconciliación, desde la música y el folclor en medio de la violencia, una de las violencias que hemos soportado los colombianos.
Desde el 4 de junio cuando lanzamos en el Teatro Colón el Festival, recibimos el reconocimiento por el sustento cultural de nuestro festival, en el teatro Tolima asistimos a los concursos de danza “Inés Rojas Luna” en sus categorías infantiles y juveniles, así como los conciertos de música colombiana, en el museo se expusieron “la historia del FFC”, lo propio se hizo en el panóptico, celebramos los días del sombrero, el tamal, la achira, la chicha y la lechona, con sentadas estadísticas de apropiación en el Tolima y el país además de la gran derrama económica, las más de 24 delegaciones folclóricas que llegaron de los distintos departamentos del país, así como las 8 delegaciones internacionales, engalanaron el festival de mucha cultura, arte y tradición, reafirmando a Ibagué y al Tolima como las capitales del Folclor Colombiano.
Me resisto a creer y seguiré luchando, porque en la tierra, en nuestra tierra, nos sigamos viendo mal, cuando en el país nos ven muy bien. Ayúdame en esta lucha, por sentirnos orgullosos de lo que hemos sido, de lo que somos y podemos llegar hacer. Sé de tu amor por esta maravillosa tierra y de tus luchas por mejorar las condiciones que tenemos y vivimos. Siempre mi admiración, aprecio y respeto.”
Sea lo primero decir que mis críticas no iban dirigidas a esta versión, precisamente, sino a las últimas que han distorsionado el festival y dado lugar a introducir elementos extraños al folclor y a nuestra cultura, e igualmente a que la oferta de licores sea parte de las notas más sobresalientes. Sin negar las cosas buenas, debo insistir en que hay muchas oportunidades de mejora, pero no es este el objeto de la columna. Lo que quiero destacar hoy, con el mensaje de Alexander Castro, es que sí es posible tener opiniones divergentes sin que ello suponga agredirse desde lo personal. Eso lo valoro y destaco.
No tengo problema en reconocer que he podido incurrir en falta de rigor informativo, respecto a lo logrado en esta versión. Entre otras razones porque el motivo de mi texto era la historia del asesinato de Ramón Cardona García, director del Conservatorio de Caldas, que comenta Humberto de la Calle en su libro, presuntamente a manos de ‘Chispas’ (Teófilo Rojas), que el exgobernador Néstor Hernando Parra atribuye a alias ‘Comino’, hermano menor del ‘general Peligro’. Y que, curiosamente, otros mensajes que me llegaron a raíz de mi columna, se lo atribuyen a Jacinto Cruz Usme (alias ‘Sangre Negra’).
Apreciado Sr. Secretario: hagamos de este amable desencuentro la oportunidad para que el próximo festival incorpore un ejercicio de recuperación de la memoria histórica regional (demencialmente trágica y dolorosa), que nuestros mayores quisieron comenzar a superar con el Festival Folclórico Colombiano.
En Colombia apelamos al olvido, a no hablar mucho del asunto para evitar reabrir heridas. Sin embargo, ya ha pasado suficiente tiempo y podemos mirar el pasado sin aprehensión para evitar que las tragedias se repitan. Es fundamental que las nuevas generaciones conozcan nuestra historia, que en mala hora se dejó de enseñar en escuelas, colegios y universidades. Ahí dejo esta propuesta para la reflexión.
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