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De tránsfugas y renegados

De tránsfugas y renegados

Opinión

Por: Julio César Carrión.

Honorato de Balzac en su obra "Ilusiones perdidas", que escribiera entre 1835 y 1843, en la época de consolidación de las sociedades burguesas, narra el proceso de la pérdida de las convicciones políticas, de los valores éticos y de la conciencia, bajo el influjo, precisamente, del modo de producción capitalista, debido a la perniciosa supremacía del dinero, a la conversión del intelecto humano en otra mercancía y a las ansias de poder.

La intención de la novela, en resumen, es mostrar cómo la ambición logra condicionar los sueños y poner precio a las ilusiones de muchos intelectuales, convirtiéndolos en simples marionetas al servicio de quienes ejercen la hegemonía y el dominio económico, político y cultural.

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El transfuguismo es una práctica política y un comportamiento humano muy corriente y hasta celebrado en las sociedades contemporáneas. Personajes que, prevalidos de una inteligencia situacional y de dotes especiales para la simulación y la actuación, asumen posturas acomodaticias, trepadoras y logreras que consiguen encubrir bajo el velo de discursos imbuidos de cinismo.

Hábiles en las maniobras políticas, pasaron sin romperse ni mancharse, de posiciones críticas, democráticas y de izquierda, a ocupar cargos directivos en la banca, en los sectores financieros, gremiales e industriales, en el gobierno y en los grupos políticos de la derecha.

Son dirigentes, asesores, asistentes y consejeros, que parecieran vivir en un mundo feliz: sin angustias, integrados, compartiendo los despóticos regímenes que ayer repudiaban y aseverando que están dispuestos a sacrificarse al servicio del país. En sus rituales de abandono, de condenas y de olvidos, terminaron profesando horror a sus antiguas militancias y creencias.

En una sociedad mediática como la nuestra, tan profundamente fragmentada e individualista, que no cree en la solidaridad y cuyos gobiernos niegan la participación democrática, no admiten compromisos con el bienestar colectivo y por el contrario, promueven la guerra y el militarismo, los tránsfugas cumplen el papel de legitimadores del statu quo, mediante simplificaciones argumentales, falsas representaciones, posturas moralistas y respaldos pseudointelectuales.

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Revividos Fouchés que hoy, no sólo aceptan las relaciones económicas de inequidad y explotación, sino que sirven cumplidamente de organizadores y planificadores en las instituciones que regulan dicha explotación; que consagran teóricamente la impunidad desde las altas cortes y magistraturas; que mediante la despolitización y banalización de la pedagogía, promueven una democracia circense, -con todo y sus rituales de "participaciòn democràtica" y respeto a las normas establecidas- que sirve para ocultar el autoritarismo; que dialogan y negocian con los narcotraficantes y los paramilitares a nombre del gobierno, preparando el reconocimiento político y social de estos sectores.

Personajes que aún conservan la pose de intelectuales bohemios y un lenguaje retórico de izquierdas, frío y descontextualizado, pero que quieren pasar a la historia admirados y reconocidos por su reinserción pragmática al poder.

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