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La verdadera historia del Día Internacional de la Mujer

La verdadera historia del Día Internacional de la Mujer

A principios del siglo XX, las condiciones de la clase obrera en Estados Unidos eran muy parecidas a las que estamos padeciendo en Colombia: salarios de hambre, falta de empleo  y jornadas agotadoras.

Y para las mujeres la situación aún más difícil. Discriminadas por el solo hecho de ser mujeres, a muchas trabajadoras se les pagaba una suma ínfima, no se les permitía amamantar a sus hijos durante la jornada laboral y se las multaba por llegar tarde, por demorarse en el baño o por cualquier mínimo error en la tarea. Al salir de la fábrica, el trabajo doméstico hacía que las jornadas fueran aún más extenuantes.

Reclamando la igualdad salarial, que se disminuyera la jornada a diez horas y que se permitiera un tiempo para la lactancia, miles de costureras de varias compañías neoyorquinas se lanzaron al paro desde el 5 de marzo de 1908.

El ambiente comenzó de inmediato a caldearse ante la renuencia del gobierno y los capitalistas. Hubo enfrentamientos, y el 8 de marzo, en la fábrica Sirtwoot Cotton, que acababan de tomarse en forma pacífica sus obreras, el propietario, con saña criminal, cerró las puertas con candado y luego prendió fuego a las instalaciones. En la brutal matanza, que conmovió al planeta, perecieron 129 huelguistas.

La huelga duró meses y fue apoyada por las trabajadoras de muchas otras ciudades en Estados Unidos.

Al final se conquistaron varias mejoras, pero el levantamiento, sobre todo, logró un cambio de mucho peso: llenó de orgullo y fuerza a las obreras, pues su lucha conquistó la adhesión no sólo de sus hermanas de clase en ese país, sino también de importantes organizaciones femeninas en todo el mundo.

En 1910, durante la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras, realizada en Copenhague, Dinamarca, las dirigentes socialdemócratas alemanas Clara Zetkin y Kate Dumker propusieron que fuera declarado el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, en homenaje a las 129 costureras asesinadas en la fábrica Sirtwood Cotton de Nueva York. Desde entonces, las mujeres de todo el mundo, especialmente las de las clases oprimidas, han convertido esa fecha histórica en una gran jornada de combate contra la explotación asalariada y la discriminación.

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La burguesía se ha querido apropiar el 8 de marzo para intentar comprar las conciencias con propaganda dulzarrona, tapando el hecho básico de la opresión de la mujer trabajadora. Las clases laboriosas, nos proponemos rescatar el verdadero carácter de esta efeméride y recordar que debe conmemorarse como parte de nuestra lucha, reafirmando que las mujeres sólo conquistarán la verdadera emancipación si se suman a los destacamentos que se aprestan a liberar el mundo de amos y esclavistas.

En  Colombia, los derechos de la mujer han pasado por un verdadero vía crucis. Sólo en 1932 se viene a suprimir el tutelaje del marido sobre la esposa, y ésta logra comparecer libremente a juicio y administrar sus bienes. Deja además de figurar en la lista de los menores e incapaces. En 1936 se faculta para desempeñar cargos públicos, pero se le sigue negando la ciudadanía. Apenas en 1938 se brinda alguna protección a la maternidad. En 1945, aunque se le concede ciudadanía, se le impide votar y se le desconoce también el derecho a ser elegida. En 1954 se aprueba el voto femenino. En 1974 se extiende a la mujer la patria potestad y queda habilitada, además, para ser tutora y curadora. Y en 1976, se abre paso al divorcio sólo para los matrimonios civiles.

El desarrollo capitalista terminó vinculando a las mujeres estrechamente a las actividades productivas, su sitio verdadero, y sacándolas de las cuatro paredes del hogar y creando unas condiciones favorables para su participación en las luchas sociales y políticas.

Al vincularlas a la producción, el capitalismo la saca de su encierro, para atraerla a las empresas, convirtiéndola en trabajadora y haciendo que se constituya en parte esencial de la clase más avanzada de la historia, el proletariado.

Durante el siglo XX la participación de la mujer se destaca en las más importantes transformaciones sociales, como la Revolución Rusa y la posterior construcción del socialismo, la resistencia para derrotar el nazismo, la revolución y creación de la República Popular China y en todas las que enterraron el colonialismo en el mundo, contribuyentes importantes de los logros alcanzados en materia de derechos laborales y democráticos en Europa y Estados Unidos.

En la actual situación de Colombia es indispensable que las mujeres incrementen su participación en la lucha para rechazar los planes antinacionales del gobierno que conducen al país a mayores niveles de atraso y de pobreza. Y en medio de ello, convocar a la sociedad para que respalde el cese definitivo de la discriminación y la negación de sus derechos laborales, económicos y sociales.

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