En la vereda San Roque, parte alta del municipio de Rovira, 22 campesinas agrupadas en la Asociación de Mujeres Productoras y Artesanas del Café de Rovira (Asomucafer) asumieron las labores que tradicionalmente hacen los hombres, como es la siembra, recolección, secado y comercialización del grano. 

“Ese trabajo es duro y no es para ustedes”, fue lo que se cansó de escuchar Sandra Patricia Carvajal y 21 mujeres más de la zona rural de Rovira. Pese a las labores propias del hogar que todavía realizan, ellas decidieron organizarse y demostrar que la caficultura no es exclusiva para los hombres.

Su lucha comenzó hace ocho años, no solo por revalidar sus derechos, sino también, para erradicar algunos brotes de machismo que también tuvieron que enfrentar. No obstante, gracias al esfuerzo y tenacidad demostraron que son capaces de ofrecer unos de los mejores cafés del Tolima.

“Una de las razones era que las mujeres solamente estaban dedicadas a la casa, y crear esta asociación fue la oportunidad para que ellas se conocieran, pues aquí hay mujeres de otras veredas y fue así como comenzó este emprendimiento”, afirmó la presidenta de Asomucafer, Sandra Patricia Carvajal.

A pesar del esfuerzo que les significa la caficultura, han logrado encontrar el equilibrio con los compromisos del hogar. Incluso, algunas de ellas son madre cabeza de familia.

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“Como soy cabeza de hogar a mí me ha tocado la responsabilidad de mis hijos, de manejar la finca, siempre me ha tocado a mí y por eso cuando me dijeron que era una asociación de mujeres no lo dude en hacer parte de ella”, expresó Argenis Barragán, líder de Asomucafer. 

Contra viento y marea, hoy cuentan con su propia marca de café denominado Flor del Amanecer. 

“Muchos colegas si decían, es que mi mujer para qué se pone a molestar con eso, si no sabe, y uno se pone a pensar y ellas están en igualdad de condiciones", dijo Humberto Patiño caficultor de la vereda San Roque.