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La hora de la era Petro

La hora de la era Petro

Para algunos analistas el cambio empezó el pasado 19 de junio cuando más de 11 millones de colombianos eligieron a Gustavo Petro, un exguerrillero que le apostó a la paz y cumplió lo pactado, pero también eligió de vicepresidenta a Francia Márquez, una mujer afrodescendiente, una mujer hecha a pulso que vivió en carne propia todas las injusticias juntas que se viven en una sociedad excluyente e injusta.

Después de dos intentos, en la tercera se le dio el triunfo a Gustavo Petro, un economista egresado de la Universidad Externado de Colombia, nacido hace 62 años en Ciénaga de Oro, Córdoba, un excelso orador, gran lector y admirador del Premio Nobel Gabriel García Márquez, tanto que su nombre que escogió cuando militaba en el M-19 fue el de Aureliano, el personaje de la novela ‘Cien años de soledad’. Y para tener una mayor satisfacción, el presidente Petro tuvo la fortuna de estudiar el bachillerato en el colegio La Salle de Zipaquirá donde también estudio García Márquez.

Petro con una larga experiencia como congresista, tanto en la Cámara como el Senado, pues allí se destacó al tiempo que dejó una huella imborrable de ser uno de los mejores que ha pasado por el legislativo. Sus debates serán recordados por su alta repercusión en el país. Por citar solo los de la parapolítica y las denuncias contra la corrupción.

Como alcalde de Bogotá tuvo que enfrentar la más feroz oposición y con el tiempo los hechos lograron demostrar que esa mala imagen que le construyeron por igual el establecimiento y una buena parte de la gran prensa, no era cierta. Y lo demostró con el apoyo mayoritario que le dieron los bogotanos en las urnas, es decir sí Petro ganó en Bogotá es porque su gestión de alcalde pasó la prueba.

Uno de los mejores perfiles que se han escrito sobre el presidente Gustavo Petro que asume funciones este domingo 7 de agosto (2022-2026), lo hizo el escritor samario, José Luis Díaz-Granados publicado en el semanario Voz. Aquí lo reproducimos para que los lectores de El Cronista.co se deleiten con esta pieza literaria de gran factura.

‘Gustavo Petro, epígono de Gabo’

“Físicamente, su rostro tiene a un mismo tiempo rasgos del rostro de Jean-Paul Sartre y del de Carlos Lleras Restrepo. En el carácter autoritario, típico de los nacidos bajo el signo de Aries, no lejos de cierto sesgo arrogante y ¿por qué no?, de un insondable toque de soberbia, es más cercano a Lleras. Pero resulta más parecido a Sartre en ese dejo de superioridad conceptual, si se quiere impositivo y a veces dogmático, que nunca ocultó para sus seguidores el escritor existencialista.

Aunque el tono de su voz tiene el acento evidente del bogotano distante y pagado de sí mismo, en el fondo de su corazón es más caribe (o costeño, como dicen los cachacos), de lo que pueda imaginarse ninguno de sus compatriotas. No en vano, su ídolo fundamental es Gabriel García Márquez.

Recordemos que cuando fue alcalde mayor de Bogotá, no solamente hizo erigir una estatua del novelista en la plazoleta del Palacio Liévano, sino que inauguró el Jardín de las Mariposas Amarillas, junto con una exposición permanente sobre Gabo, después de mandar al basurero de la historia los nombres de los invasores coloniales del recinto principal de la Alcaldía para bautizarlo como el Salón Macondo, que aún mantiene su nombre.

Cien años de soledad

¿Y a qué se debe tanta devoción por ese narrador costeño cuya integridad física estuvo a punto de ser profanada por el gobierno del Estatuto de Seguridad, acusado de guardar en su casa armas para el Movimiento 19 de Abril, M-19?

¿Por qué? ¿Porque Gabriel García Márquez es el más grande escritor colombiano de todos los tiempos? ¿Porque es el novelista que ha recreado con mayor altura, belleza y veracidad la convulsa historia del país? ¿Porque es el más genuino épico fundacional que ha producido Nuestra América?

Seguramente sí, y seguramente por todo lo anterior, Gustavo Francisco Petro Urrego se bautizó a sí mismo como “El Comandante Aureliano”, en honor al coronel Aureliano Buendía, el personaje central de Cien años de soledad, cuando militó en el movimiento insurgente M-19, porque desde ese tiempo, el genial fabulista de Macondo ya era su dios particular. No hay que olvidar que el comandante Jaime Bateman Cayón, pidió alguna vez a sus seguidores leer Cien años de soledad en vez de El capital, lo cual pareció una herejía en su momento.

Destinos colosales

Pero puede haber algo más: las similitudes personales y humanas. Y hasta políticas, porque ambos son hombres de izquierda, a su manera, pero muy firmes en sus convicciones ideológicas. El padre de Petro, como el de Gabo, eran y son conservadores doctrinarios, de pura estirpe laureanista. Por el lado materno, la progenitora de Gabo era una gran admiradora del líder revolucionario Rafael Uribe Uribe; la de Gustavo Petro, es fiel seguidora de las ideas del caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán.

Y un buen día sus hijos, Gabriel y Gustavo, con el mismo nombre de sus padres, de honda y auténtica estirpe caribe -Gabo, nacido en Aracataca, Magdalena; Petro, en Ciénaga de Oro, Córdoba-, ambos de lejana ascendencia italiana y casados con mujeres surgidas del profundo corazón del Bolívar Grande -de Magangué, Bolívar, y de Sincelejo, Sucre, respectivamente- resultaron de la noche a la mañana, sin por qué y sin de dónde, trasplantados a Zipaquirá, ciudad andina a dos horas de Bogotá, con una enigmática Catedral de Sal, y un mítico ciclista universal llamado Efraín Forero, y donde en medio de un clima glacial y fantasmal, vivieron los momentos estelares de una adolescencia llena de presagios luminosos y sueños exuberantes, los cuales prefiguraron sus destinos colosales e inequívocos.

“Muchos años después” (como empieza Cien años de soledad), en 1982, Gabriel García Márquez conquistó el Premio Nobel de Literatura, y cuarenta años más tarde, Gustavo Petro Urrego está a las puertas de la Presidencia de Colombia por la mayoritaria voluntad popular.

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