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La historia del voto en Colombia

La historia del voto en Colombia

Varias costumbres o innovaciones se han generado en el proceso electoral en nuestro país. Los abuelos en plena época de la violencia un día antes de elecciones siempre hacían mercado. Las plazas se atestaban ese sábado, porque vivían en la incertidumbre del día después.  Quizás algunos de los papás de ustedes alcanzó a tener su dedo rojo al momento de sufragar. Hecho que ocurrió desde 1931 hasta 1990, fecha donde se determinó pasar al tarjetón de hoy en día, teniendo como prueba de fuego la elección presidencial donde el Liberal Cesar Gaviria resultó elegido presidente.

 

Pero Colombia está en deuda, desde el 2004 por mandato legal,  Ley Estatutaria 892, se ordenó el voto electrónico, siendo este proceso hasta el momento la tarea más difícil para la Registraduría Nacional, que nunca cuenta con el presupuesto necesario para su implementación.

 

Los colombianos empezaron a votar en 1810, en una lucha a tregua por los criollos por ser parte esencial en la creación del estado.  Sin embargo, en este primer ejercicio fueron excluidos los esclavos, los analfabetas, las mujeres y los pobres. Los que daban su vida en las diferentes guerras que se libraban en el país.

 

La pelea entonces se seguía dando desde el Congreso, hombres valerosos que pedían una mayor inclusión, logrando así para el año 1853 que hombres mayores de 21 años de edad pudieran ejercer ese derecho que se amplio además a los descendientes de esclavos. El hecho más impactante del momento se produjo en la provincia de Vélez donde las mujeres pudieron ejercer este derecho en conjunto con los menores que estuvieran casados. Pero este modelo piloto no pasó de esa simple fecha que se recuerda como una anécdota más en el país del sagrado corazón.

 

El Estado seguía contradiciéndose y las guerras civiles eran el pan de cada día. Oportunidad para que algunos padres de la patria propusieran nuevamente un voto excluyente, retirando así en 1886 el derecho a los analfabetas, salvo aquellos que al escribir hacienda sin H pudieran demostrar que tenían propiedades y altos ingresos.

 

Ya en 1931 la innovación en la tinta indeleble se convirtió en la herramienta para evitar la suplantación, nada nuevo a lo que ocurre hoy. Las papeletas en papel periódico donde estaba el nombre del candidato a elegir se guardaba de manera sagrada en el bolsillo, no se permitía ni siquiera que se viera en la casa. El voto era uno verdadero secreto. Se decía por entonces que los liberales eran felices diciendo que iban a ganar, que barrerían con el contendor, mientras los azulejos callados hacían el ejercicio dando sorpresas contundentes en las regiones.  

Ya con el dedo índice untado hasta el tuétano la tarea era cómo quitar ese polvo químico que muchas veces resultó ser noticia nacional, porque decían que era quemadura de segundo grado. Y las quemaduras iban hasta los candidatos de la época que desde entonces conocían varias cremas para los resultados finales.

 

En 1936 vuelve el derecho para todos los hombres mayores de 21 años, se acabó la regla se solo analfabetas ricos y letrados.  Para esa fecha las votaciones subieron considerablemente. Sin embargo, la abstención también hacia de las suyas. Hasta el año 1954 cuando se le concede el derecho a elegir y ser elegidas a las mujeres. Expiden entonces la primera cédula de ciudadanía a Carola Correa, esposa del general Gustavo Rojas Pinilla, el mismo que trajo la televisión a Colombia años atrás y masifico a través de la radio muchos contenidos que eran para pocos. En el plebiscito de 1957 sufragan entonces más de un millón 800 mil mujeres, siendo histórico para el país ese momento.

Una nueva notici se generó en 1975 cuando se decide que se es mayor de edad a los 18 años, hecho que condujo a sacar nuevas cédulas y tener electores potenciales para las elecciones presidenciales de 1978, cuando es elegido como mandatario Julio Cesar Turbay.

Hoy en el 2018 siendo las mujeres el 51% del potencial electoral, el panorama de la representatividad de las mismas en bajo y eso que la ley de cuotas ahora exije que como mínimo se tenga en las listas el 30% del total de posibles elegidos. En 13 departamentos por ejemplo, nunca se ha elegido a una mujer como representante a la Cámara, entre ellos Quindío y Risaralda. Por fortuna en el Tolima se ha contado con mujeres valerosas que han llegado a las dos corporaciones como Hilda Martínez de Jaramillo en el siglo pasado o Roosmery Martínez Rosales en el 21.   Amanecerá el lunes 12 de marzo, con un nuevo panorama para el país, para el Tolima y sabremos cuantos votaron o si la abstención esa que ha ganado no una sino muchas elecciones es la que vuelve a ganar, dejando que la minoría sea la que mande la parada en los próximo 4 años en el Congreso de la República. 

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