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Opinión

Una cita con Angarita

Una cita con Angarita

Por: Carlos Pardo Viña


Debo confesar que siempre he estado mucho más cercano a la medicina convencional. De niño, me burlaba de los menjurjes que me hacían tomar mi abuela y mi madre, sus emplastos de papel periódico sumergido en aceite caliente de tiburón para cubrir mi pecho en mis ataques de asma, aros de cebolla roja con un diente de ajo morado, miel de abejas y gotas de limón en agua caliente, o cascos de naranja hervidos con miel y limón, para la tos; agüitas de yerbas, para todo tipo de males; gárgaras de coca cola caliente para las amígdalas; mijo, cómase esta papaya que es digestiva. El listado llenaría las páginas de un libro. Obediente, me tomaba los brebajes muchas veces amargos que ella y mi madre preparaban amorosamente, aunque poco o ningún poder le adjudicaba para mis dolencias.

Con el tiempo, algo de credibilidad les di. Al fin y al cabo, pensaba, las drogas químicas que los médicos recetan vienen en buena parte de las plantas y  son consecuencia de la milenaria sabiduría ancestral humana en todas las culturas. Y, sin embargo, prefería ir a un médico común y corriente por aquello de que uno va construyendo la idea de que sólo lo que es comprobado “científicamente”, es cierto.

Las medicinas alternativas, que incluyen homeopatía, naturopatía, quiropraxia, ozonoterapia, medicina tradicional china, medicina biológica , neuraly una gran cantidad de tratamientos y terapias, siguen siendo objeto de debate científico. Mientras muchos las consideran pseudociencia, cada vez son más las personas que acuden a ellas. Según un informe de la OMS, la población que prefiere este tipo de medicina está en aumento: 80% en África, 70% en Canadá, 50% en China, 60% en Chile, 45% en Estados Unidos y 40% en Colombia, por mencionar sólo algunos.

Incluso, en Alemania, el sistema de salud las incluye en su seguro obligatorio, de tal manera que el paciente puede escoger el tipo de medicina al que acude: la industria farmacéutica homeopática alemana alcanza ventas superiores a los 534 millones de euros, por año, y buena parte de ellas, pasa por el sistema de salud del estado.

En varias ocasiones tuve esta conversación con el médico Agustín Angarita, uno de los pioneros de la medicina biológica en Ibagué, médico cirujano de la Universidad del Cauca, con especialización en medicinas alternativas en Alemania y Francia. Quizá, mucho aten ese nombre con la política local (es además magister en Ciencia Política de la Universidad de los Andes con estudios de doctorado en Paz en España). Pero Angarita, que también es político, de los buenos, es esencialmente un académico, un hombre juicioso y generoso, que no para de buscar alternativas para el tratamiento de todo tipo de enfermedades, comprendiendo sus causas y proponiendo nuevos caminos para enfrentarlas.

Navegando por la red, me encontré con su nuevo Podcast: Una cita con la salud, una cita con Angarita. Un espacio en el que aborda con sencillez, algunos de los males de nuestros tiempos, planteando soluciones y entregando consejos que todas las familias pueden seguir de manera fácil: Productos naturales para la epilepsia y las convulsiones, Evite el estrés oxidativo y la inflamación con alimentación sana: ¿dónde encontrar los antioxidantes?; Los telómeros, el envejecimiento celular y la inflamación crónica; Recomendaciones para mejorar la gastritis y problemas estomacales, son algunos de los temas que ya se encuentran publicados en la plataforma Spotify.

Como dirían en décadas pasadas, invitando a las fiestas de San Pedro en Neiva, Péguese la rodadita, péguese la pasadita por sus podcasts. Tenga una conversación virtual con Angarita, quizá encuentre una alternativa de solución natural para sus achaques, y de paso, escuche su Podcast ya popular en Ibagué, Cuidemos nuestro idioma, a través de los cuales nos enseña a hablar y escribir mejor.

Pasé la mañana escuchándolo y fue mucho lo que aprendí. No puedo seguir escribiendo porque tengo que ir a comerme un tomate sin cáscara (escuche el podcast y verá por qué)

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