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Opinión

No a la constituyente es miedo a la democracia

No a la constituyente es miedo a la democracia

Por Carlos Alberto Estefan Upegui  - Exgobernador del Tolima


Cuando la prensa, la oposición y el común de desinformados que viven de la charlatanería, del rumor callejero y de las habladurías sin fundamento, manifiestan temor porque en Colombia se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente, pareciera que más bien le temen a consultarle a los electores aun siendo ésta la fórmula democrática más representativa en un Estado Social de Derecho.

 A que juegan entonces los que se oponen, si no acaso a seguir valiéndose de una prensa mentirosa y de un Congreso manipulable que con sus ausencias y el saboteo a los debates no representa la voluntad del pueblo.

Mientras tanto, la sentencia C-180 de 1994, sobre la democracia participativa y participación ciudadana dio mayor alcance al artículo 376 de la Constitución, y definió que para que sea convocada una Asamblea Nacional Constituyente, debe ser aceptada por lo menos, por la tercera parte de los integrantes del censo electoral”.

Entonces, ¿el temor está en que la población habilitada para votar se pronuncie? Germán Vargas Lleras atribuye la razón por la cual, según él, Gustavo Petro busca una constituyente, es "aferrarse a la Casa de Nariño y buscar la reelección". ¿Y si fuese así, qué pasa?

Vargas llama al Señor Presidente “adicto al poder” cuando él por su adicción formó parte de los Gobiernos de Uribe y Santos y ahora se muestra una vez más con ambiciones presidenciales. Así mismo, en una de sus columnas de EL TIEMPO no hace mucho celebró haber impedido el trámite y aprobación en la anterior legislatura, de las reformas propuestas por el ejecutivo a excepción de la reforma tributaria que tampoco apoyó y a la cual llamó inadecuada e inoportuna, y la reforma de la salud le parece nefasta a pesar de los desfalcos, el desperdicio y los malos manejos del dinero que nos retienen a todos los colombianos.

Pero, igualmente, se ufana de haber impedido que fuese aprobada la reforma laboral y no hace mucho también dijo que “menos mal la próxima legislatura era corta, y que el tercer año es el del desgaste del gobierno y no le dejará hacer gran cosa…A qué juega también, el señor Vargas entonces, si no al saboteo y a no dejar gobernar, cuando lo importante es la deliberación pública.

Todos queremos cambios, pero nadie quiere cambiar. Y como si fuera poco, esos quejosos de oficio, también obsesionados con hacer aclaraciones incorrectas, caen en unas simplicidades mayúsculas por obvias, como la de que “hay que cambiar, siempre y cuando sea para mejorar.”

Lógicamente, si lo que menos puede afirmarse es lo contrario. Al tratarse de asuntos que comprometen la convivencia ciudadana, lo indicado es resolverlos por la vía democrática.

En una sociedad amplia y plural, es mayor la probabilidad de que existan conflictos que de no resolverse terminan por estallar y la discusión de las reformas que cursan en el Congreso de la República pueden conducirnos allá. “El proceso constituyente está previsto en el Estado Social de Derecho, es su base y la constitución de 1991 dice que el pueblo es la fuente de toda soberanía” Entonces cuál es el miedo ¿señores de la oposición y últimamente,  “petristas tibios”?

 

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