Por Óscar Viña Pardo  

En diciembre de 2024, el Concejo de Ibagué aprobó un nuevo préstamo de 150 mil millones de pesos para que la Alcaldía destinara el 70% de esos recursos a la recuperación de la malla vial. Aunque esta intervención es necesaria —nadie puede negar el deterioro de las calles—, lo cierto es que este problema va más allá de la mala calidad de los materiales. Ejemplo de ello es el tramo de la avenida Ambalá, inaugurado hace apenas dos años, que ya muestra unos huecos difíciles de tapar. Además, el tránsito indiscriminado de vehículos pesados, como mulas circulando en zonas no permitidas, agrava la situación sin que las autoridades actúen.  

El abogado Fernando Varón Palomino expresó en su cuenta de redes sociales: “Tapar huecos es labor de rutina, Ibagué requiere obras de infraestructura nueva”. Como muchos tolimenses, me sumo a esta afirmación. Si bien el mal estado de las calles es una queja recurrente, el verdadero problema radica en la falta de liderazgo y visión para promover un desarrollo urbanístico integral.  

Ciudades intermedias como Manizales, con una población similar a la de Ibagué, avanzan a paso firme. En esa ciudad, se construirán ocho bulevares, tres intercambiadores viales y más de 126 obras de infraestructura, con una inversión de 272 mil millones de pesos. Mientras tanto, en Ibagué, apenas logramos identificar 120 tramos para reparar, incluyendo la reposición de acueducto y alcantarillado.

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En 2017, FINDETER presentó estudios detallados para tramos prioritarios como la calle 103 y la carrera 13, fundamentales en el plan de movilidad de la ciudad. Dichos estudios proyectaban una doble calzada en la calle 103, con un costo estimado de 28.726 millones de pesos. Sin embargo, este ambicioso plan quedó reducido a una simple pavimentación decorada con grafitis durante el gobierno de Andrés Fabián Hurtado. ¿Qué pasó con esos estudios? ¿Por qué no se materializó la doble calzada?  

Bajo las administraciones de Francisco Peñaloza, Ibagué experimentó un desarrollo urbanístico sin precedentes. Vías como la avenida Ferrocarril, la avenida Ambalá, la avenida Guabinal y la avenida 60 son testimonio de su visión transformadora. Además, proyectos como la plazoleta Darío Echandía y la reestructuración del IBAL marcaron un antes y un después en la ciudad.  

Hoy, los ibaguereños seguimos esperando grandes obras como la completa ejecución de la calle 103, la carrera 13, el viaducto de la calle 60, la diagonal 86 y el famoso malecón de la Quinta, un proyecto que cada cierto tiempo reaparece en el debate público.  

Según el boletín de prensa de la alcaldesa Aranda, el reciente préstamo también financiará proyectos estratégicos como la ampliación de la avenida 103, la conexión vial de la 94 y la intersección de la avenida Ambalá con la calle 60. Aunque estas obras son un paso adelante, Ibagué aún necesita pensar en grande para consolidarse como una ciudad competitiva y moderna.  

Del Sistema Integrado de Transporte hablaremos después.