Gente
Adiós lunes de zapatero
Puestos de mantenimiento de calzado los había por todas partes. Los letreros de remontadora de zapatos, abundaban; y que nos mandaran a recoger los zapatos de la casa a donde el señor zapatero era una constante más.
Todos creíamos que las únicas presentaciones de betún para embolar los zapatos era la que teníamos en la casa hasta que íbamos donde el zapatero y veíamos un tarro gigante de ese producto. El pegante bóxer era el ambientador de de estos talleres, hoy pienso que contrarrestaba el mal olor de los zapatos de cierta clientela descuidada con el aseo, sí, la misma pecueca.
El señor Alberto dueño de una zapatería sencilla y artesanal en la ciudad de Ibagué, rememora las épocas en que el local estaba abarrotado de bolsas plásticas con zapatos para arreglar. –ya los tiempos no son los mismos de antes, la el comercio de calzado chino, la economía, y en muchas ocasiones la durabilidad del caucho han acabado con este viejo oficio.
Las zapaterías en el centro de la ciudad llegan a la misma conclusión, los únicos zapatos que llegan aquí son los de cuero, y eso que muchas veces la marca del zapato da garantía para que los lleven a al almacén para mantenimiento.
El cambio de las tapas, las suelas, no tiene demanda como antes; la gente deja sus pedidos y a veces duran mucho tiempo para recogerlos. También las grandes zapaterías de renovación de calzado, concuerdan con el zapatero de barrio Alberto, que los mercados internacionales y el contrabando han acabado con este oficio. Es muy difícil que la gente venga a arreglar unas Crocs.
Y la pregunta de cajón ¿a qué se debe el lunes de zapatero? Los zapateros trabajaban toda la semana, la demanda era bastante, trabajan hasta los sábados, los diciembres era el mes cumbre en el oficio, la gente solía estrenar simplemente mandando a cambiar la suela, las tapitas de los tacones, cambiando el color del material, reforzando el pegante y todo esto eran pedidos abundantes.
El trabajo de la semana era demasiado y las ganancias lo eran otro tanto. Su día de levantar el codo e irse de juerga eran los días domingos, y ante el exceso de alcohol que es perjudicial para la salud dedicaban los días lunes para pasar el guayabo.
Hoy ha llegado mucho calzado compacto, económico, nuevos mercados, y no hay quien compita con precios de 10 mil pesos , y el viejo oficio de arreglar zapatos se ha ido perdiendo debido a la falta de clientela no hay dinero para parrandear el domingo y descansar el lunes. Se está yendo el oficio y ya se perdió el lunes del zapatero.
Textos y fotos: Julio Tovar
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