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La Navidad de los congresistas y el salario mínimo
El repudio por esta decisión llega a tal grado que el propio exsenador Álvaro Uribe, máximo dirigente del Centro Democrático, partido de gobierno, bien en forma estratégica o por reditos políticos, dijo que su bancada en el congreso no aceptará ese aumento de sueldos.
Por su parte y como es costumbre el cinismo del ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, también integrante del partido de gobierno, dijo que el salario mínimo de los colombianos es superior al aumento de el de los congresistas, y se tiene en cuanta la formula que se aplica en estos casos, cosa que no pasa de ser un mal chiste o una burla del funcionario, según los entendidos en asuntos económicos.
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Ante tanta injusticia que no tiene ningún calificativo, el poeta Pablo Neruda, desde muchos años atrás y para estas fechas, ya había elaborado una de sus obras precisamente dirigida a ese mundo opulento, cruel y despilfarrador.
En este poema Neruda condensa la desigualdad social, y nos releva de escribir sobre este tema.
No vengas Navidad
No vengas, Navidad,
que es muy temprano todavía,
las madres están temblando
en el sol del mediodía
y los niños en las calles
vagan solos, sin comida
y el campesino, aunque quiera,
no puede deletrearte en las vitrinas.
No vengas, Navidad,
como insulto a la pobreza,
no llenes de caros licores
a los ricos de la empresa,
ni ufanes a sus señoras
con perlas y con diamantes.
No vengas, Navidad,
ten compasión, no vengas.
No queremos combinaciones
de contrastes humillantes
con sedas finas de china
y manta vieja y zurcida,
con pavos de muchas marcas
y sal en una tortilla.
No vengas, Navidad,
danos un tiempo todavía,
recuerda que existen muchos
que sufren con tu venida
sacando de sus pañuelos
monedas envejecidas
para comprarle al mundo
una parte de tu alegría.
Recuerda que somos tantos
sumidos en la miseria
y anhelamos saborearte
con bebidas y con torrejas,
con juguetes y conservas,
para que nuestros hijos sientan
el calor de Nochebuena
en la pólvora sonora
que los ricos siempre queman.
No te muestres, Navidad,
en pléyades de alegres venaditos
portando juguetes, campanillas y trineos
por las residencias de los niños ricos;
tu presencia entre los nuestros
todavía no concibe
que se afame en los estantes luminosos
a un San Nicolás de lanas revestido
y se margine de realezas al glorioso
desnudo Niño Dios con frío.
No vengas, Navidad,
no te entendemos todavía.
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