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Planadas huele a café, Planadas huele a Chocolate

Planadas huele a café, Planadas huele a Chocolate

En el imaginario de los colombianos, a Planadas ya no se le conoce como cuna de guerrilleros o donde tuvieron su principal asentamiento las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, hace más de 60 años. 

Planadas hoy huele a café, Planadas huele a Chocolate. Planadas sabe a café, Planadas sabe a chocolate. Planadas huele a asociatividad y todo, gracias a ese pacto por el bienestar social, inclusión y equidad, ese que se ve en la cabecera municipal, o en los núcleos veredales de Río Claro, Saldaña, Bilbao, La Estrella, Gaitania, Sur de Ata, Alto Ata, Oasis, El Paraíso, y el resguardo indígena Nasa Wes y que se ha construido desde antes de la firma del Acuerdo de Paz. 

Camilo Enciso Suárez, es el gerente comercial de Asopep,  Asociación de Productores Ecológicos de Planadas; Premio Nacional de Paz 2017, evento liderado por la Fundación Social, la Embajada de Suecia y la Fundación Conrad Adenawer. La iniciativa ganadora fue   la escuela de café y paz Construyendo Futuro, agrupación donde niños desde los 6 años de edad empiezan a construir su plan de vida, un entorno protector para evitar el reclutamiento que lleva ya 9 años al servicio de asociados y no asociados. 

“Nosotros los de la provincia, montañeros, pocas veces vamos a la ciudad, vamos a hacer vueltas y nos regresamos rápido. Nos invitan a recibir el premio en el club El Nogal en Bogotá, yo no sabía para qué servían los clubes y cuál era su función, dice Enciso quien al recibir el premio inició su intervención diciendo: nosotros escuchamos del club el Nogal cuando le pusieron un  viernes 7 de febrero de 2003 una bomba que dejó a 36 personas muertas y a 198, heridas. 

Así también mucha gente habla de Planadas por las babaries de la guerra como otros hechos de violencia: Maripian, Samaniego; geografia de la barbarie, no queremos que nos reconozcan por esos hechos sino por las nuevas posibilidades”.

En su encuentro en el taller Voces del Territorio que realizó el pasado viernes 22 de octubre el Fondo Colombia en Paz, Camilo habla de las potencialidades de Planadas,  tercer productor de café a nivel nacional, reconocidos por la calidad del grano, por los procesos en la siembra, por ser varias veces seleccionado como el mejor café de Colombia a través del premio Taza Excelencia. 

Un municipio con 9 mil habitantes en su cabecera que cambió toda su visión social y construye ahora desde el imaginario desde el café, como producto motor de la zona, sin olvidar los cultivos de chocolate orgánico, o fríjol, por ejemplo. 

Planadas pasó de tener 2 laboratorios de café a más de 10, que se suman a las tiendas especializadas de café que también llegan a 10, un territorio donde los asociados a través de productos del campo hacen que muchas personas pongan sus ojos, como en efecto lo hacen los compradores internacionales de un buen café que pagan el valor justo por el grano más excelso de Colombia y dejan unos dólares de más para obras sociales. 

A Camilo Enciso el que lo puso a pensar en obras sociales fue su hija hace ya algunos años, cuando ella tenía 6 y le preguntó a su papá mientras palpaba su cara de manera dulce: ¿papá, tu qué estás haciendo por la paz de nuestro país?. Camilo guardó silencio en esos momentos, la palabra no volvió a resonar sino hasta cuando empezó a ser un ángel de la guarda, un embajador dentro de la asociación para muchos niños y jóvenes que una vez terminan clases, corren a las instalaciones de ASOPEP a aprender de su pasión, el café. 

La más joven catadora

La escuela en pandemia también tuvo su altibajo, pero como resultados son acciones. El Cronista.co pudo conocer a la primera mujer menor de 18 años en obtener el título de catadora, Vanesa Castro, una niña que inició en la escuela a los 14 años y hoy a sus 19 años es la jefe fe calidad de Asopep, otra historia que contaremos más adelante. 

Café que llega de asociados pasan por la manos de Vanesa, sigue paso a paso las cataciones y desde una evaluación sensorial determina la calidad del grano evaluando aromas y sabores entre otras características. 

Para participar en el programa.
¿De dónde nos llaman?
De Marquetalia. Necesitamos un puente.

Camilo los escucha con mucha atención a través del programa radial de la asociación, esa que ya había construido 4 puentes peatonales en puntos estratégicos en Planadas a través del mismo sistema, compradores de café generosos protagonistas de primera fila de las obras sociales que realiza esta asociación. 

Camilo y el pasante de ingeniería civil de la Universidad de Ibagué llegan primero a Gaitania y luego a Villanueva, lo esperan para el recorrido por la cordillera en un camino de herradura donde un mal paso puede significar la muerte. Por ese mismo terreno van los niños desde sus casas al colegio en un trayecto que podría ser más corto y seguro si se construye un puente, ese que al aire pidió la comunidad. 

El ingeniero hizo su tarea, sacó planos, midió de un lado y el otro y al final en coordinación con sus profesores puso la lista de materiales a comprar y el cómo podrían hacer ese puente colgante de 20 metros que pasa un río cordillerano. 

Camilo habló con Naciones Unidas, les contó que era imposible transportar los elementos que necesitaban para construir ese puente. El organismo internacional pone a disposición de Asopep helicópteros para que lleven a la zona todos los materiales necesarios. El Ejército llega al lugar el 11 de enero y el 13 de enero del 2020 en tres viajes se cumple la premisa de llegar hasta Marquetalia, cordillera central. 

De junio de 1964 al 13 de enero del 2020 muchas cosas han pasado, pero en la nueva historia que se cuenta en el territorio, relatan que ahora todo es diferente y que esos lazos de armonia y construcción de la paz con legalidad se fortalecieron cuando los soldado bajaban el cemento para entregárselo a los reincorporados, antes conocidos como guerrilerros.

 De un hombro pasaban a otro hombro, sus miradas ya no tenían el frío que quizán si tiene el lugar, sus miradas contemplaban esperanza y fe. 

Los reincorporados al dar el primer paso ya se convertían esos campesinos que esperan que sus hijos puedan ir a la escuela a recibir clases sin tener que dar esa vuelta peligrosa y eterna. 

Tres meses después el puente colgante de 20 metros de longitud estaba en funcionamiento, actos silenciosos de paz  que el país central no conoce o que quizás no quiera contar, porque vende más la noticia amarilla, o los temas de inseguridad que estas historias poderosas donde se construye una Colombia diferente, en una Colombia profunda que reclama más y más del Estado Colombiano. 

La noticia sí se conoció en otros países, los del fondo multidonante que acompañan el proceso, en eventos internacionales donde la anécdota a partir de los hechos tiene más poder que la palabra. 

ASOPEP sigue recibiendo algunos excedentes en dólares, gracias al mejor grano que se produce en Colombia. Ya llevan 11 puentes construidos y no necesariamente donde estén los integrantes de la asociación, porque Planadas es de todos.

Más allá de las obras grises que aportan tanto a la paz, está la escuela de café donde los sueños se hacen realidad a punta de un granito de café. Camilo no necesita decirle con palabras a su hija que hace por la paz de este país, lo hace con el ejemplo. 

Con Voces del Territorio se empieza ya a soñar en el laboratorio de comunicaciones fijo e itinerante, ese que llegue a lugares como Bilbao o Gaitania, porque las voces de las mujeres, de los jóvenes de la comunidad LGTBI+Q, del campesino, del indígena quiere él que se escuche en todo el mundo, porque Planadas huele a café, Planadas huele a Chocolate.

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