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“Mátese media vaca”, la alcaldada de cierre del 2024 de Johana Aranda
La alcaldesa de Ibagué con su secretario de Gobierno. Fotografía tomada de internet
La canción popular grabada por la orquesta de Lucho Bermúdez hace cerca de 60 años, que narra la historia de un alcalde que al observar que para alimentar a su pueblo solo se necesitaba media vaca, dictó un decreto que establecía: “Que al pueblo de Zapata le sobra con una res, resuelve: Artículo único: Mátese media vaca”.
Algo parecido a esta medida tiene el decreto No. 0925 del 27 de diciembre, por el cual se “toman medidas para garantizar el orden público en la ciudad de Ibagué”, firmado por la alcaldesa Johana Aranda y su secretario de Gobierno Edward Amaya, donde se prohíbe la venta de licor en forma sectorizada y con horarios diferenciados.
Lo absurdo de este decreto es que se establece en las fiestas de fin de año donde más se consume licor en el país: 31 de diciembre, 5 y 6 de enero, si tenemos en cuenta que desde la casa o rancho más humilde y hasta los clubes, hoteles y el resort o centro vacacional más exclusivo, se consumen bebidas alcohólicas como una tradición de celebración de las festividades navideñas.
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El decreto macondiano, solo imaginado por el corregidor Apolinar Moscote en Cien Años de Soledad, lo motiva las riñas, los casos de convivencia ciudadana y los cuatros muertos registrados en la celebración del 24 de diciembre en la ciudad de Ibagué, dictamina que los ibaguereños y visitantes solo podrán consumir licor en horarios y lugares determinados en la norma establecida, como si con esta iniciativa se garantizará que en los días y horas de prohibición no se van a registrar muertos y heridos.
Esta medida tan absurda, es una típica alcaldada que según el diccionario de la RAE, se define como: “Acción arbitraria o inconsiderada que ejecuta un alcalde o cualquier persona que abusa de su autoridad”. Además, tiene sus sinónimos: dicho o sentencia necia, atropello, tropelía, desmán, extralimitación, cabildada, entre otros.
Nadie puede garantizar que con este decreto las autoridades municipales puedan evitar las muertes, los heridos y las riñas que se presentan casi en toda festividad que se repete.
Consideramos que son más efectivos los planes de seguridad debidamente estructurados con el incremento y preparación de la fuerza pública para controlar los desmanes que se puedan registrar, que con la venta y el consumo de unas cuantas copas o cervezas.
La policía es la que debe trabajar en todas las festividades para minimizar y controlar los desórdenes, siempre latentes en toda celebración o evento público que se realice.
Eso de prohibir a los ciudadanos que celebren o se tomen unos cuántos tragos, puede considerarse como una violación a las libertades individuales, más si se trata de reuniones familiares como son las festividades de finales y comienzo de año.
El problema no está en el consumo de licor en horarios y lugares señalados por el decreto, sino en el control y campañas de prevención que deben ejercer las autoridades para prevenir hechos de violencia en estas celebraciones; de lo contario, no se podría celebrar ninguna festividad, pues en todas se corren riegos y nadie puede por decreto, garantizar que no se presenten ni que acurran.
Qué tal que una medida tan absurda como esta que acaba de tomar la flamante Alcaldesa de Ibagué y su secretario de Gobierno, se pusiera en práctica en la Feria de Cali, de Manizales o el Carnaval de Barranquilla o el Festival Negros y Blancos de Pasto, o el mismo Festival Folclórico Colombiano que celebramos en Ibagué en el mes de junio. Sería el final de la diversión. El licor quiérase o no es parte de la fiesta. Insistimos, se trata de ejercer más control y campañas de prevención. Esta medida se asemeja al cuento aquel de botar el sofá porque es el culpable de la infidelidad.
Lo cierto es que, de continuar en esta tónica de alcaldadas, por decreto la alcaldesa Johana Aranda, debería ordenan que por arte de magia se tapen todos los huecos de Ibagué, se acabe la inseguridad, se solucione definitivamente el problema de escasez de agua, que la ciudad no sea un basurero, y en fin, que todos los problemas se solucionen.
Razón suficiente tienen los comerciantes al hacer sentir su voz de rechazo por esta equivocada decisión. La Alcaldesa tiene tiempo aún de reversar semejante adefesio.
Como si al final los muertos solo aparecieran en aquellos sectores donde se permite la venta licor, y en las demás comunas no pasara nada. ¿Esta usted de acuerdo con la alcaldesa?
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