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Los cuentos chinos de la alcaldesa Tik Tok

Por: Humberto Leyton
El anuncio que hizo a los cuatro vientos la alcaldesa de Ibagué, Johana Aranda, de su viaje a la ciudad de Chengdu (China), parecía más a un advenimiento de origen divino, que a unas vacaciones a la moderna, pujante e industrializada urbe de los pandas gigantes.
Fue tal el alboroto y el autobombo que se dio la mandataria local antes de emprender su periplo, que una entrega de los premios Óscar le habría quedado pequeña. Entre otras cosas dijo que era la única mandataria que había sido invitada por Latinoamérica, que el embajador de la China en Colombia la había llamado especialmente a que participara dentro del programa de ciudades hermanas, un evento que realizan varios países más por relaciones públicas que por proyectos reales que traigan beneficio a la capital del Tolima.
Ibagué ya es hermana de muchas ciudades en el mundo a las que también han viajado los alcaldes del momento sin tanta parafernalia, y sin compararla con sus homologas como lo hizo Aranda con Chengdu, menos para ir a darles cátedra de desarrollo o de gobernanza como lo sugirió la risueña y despistada alcaldesa.
Lo único que le faltó decir a la señora Aranda, es que a su llegada a Chengdu le tenderían alfombras rojas por donde pasara, se decretarían tres días cívicos en su homenaje y se atendería en todos los lugares donde llegara como una emperatriz o como una princesa de la más rancia dinastía china de siglos atrás.
El boato de la principal empleada de Andrés Hurtado en la Alcaldía de Ibagué, para descrestar a incautos ciudadanos, oculta hechos y verdades de una ciudad caótica, sucia, descuadernada, víctima de la corrupción y saqueada por todos los costados.
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Seguramente la cartera de la señora Aranda, estará llena de cuentos chinos para engatusar a sus anfitriones en Chengdu, así como el supuesto Embajador de la India lo hizo hace varios años en Ibagué, pero lo que no podrá sustentar son las mentiras de que se valdrá para señalar que Ibagué es una ciudad parecida o similar a la metrópolis China.
Hay que comenzar por citar algunas cosas que muestran las diferencias reales entre las dos ciudades. Chengdu tiene una superficie de 12 mil 132 kilómetros cuadrados, donde habitan más de 21 millones de personas, es considerada una de la más modernas y pujante de la China, con una economía diversificada con poderosas industrias que incluyen: electrónica, farmacéutica, automoción, aeroespacial, y tecnologías de la información, entre otras; además de ser el santuario de los gigantes osos panda. En desarrollo, en todo sentido, nos lleva años luz.
Igual desarrollada en la prestación de servicios públicos, aseada, ordenamiento del tránsito, semáforos inteligentes, seguridad, servicios de salud eficientes y modernos, y a años siderales en avances culturales.
Entretanto, Ibagué es una localidad que no tiene nada para mostrar, salvo los escándalos de corrupción y los malos gobiernos, especialmente el de Andrés Hurtado y Johana Aranda.
Es una ciudad-pueblo con mil 439 kilómetros cuadros y cerca de 550 mil habitantes. Una diferencia abismal frente a las mismas cifras de Chengdu.
Nuestra ‘flamante’ alcaldesa en su ponencia a este encuentro de alcaldes, seguramente no dirá que la ciudad que regenta tiene problemas graves del suministro de agua, que no tiene la capacidad para ofrecer este vital servicio en forma normal para sus habitantes, mucho menos para el desarrollo industrial. Tampoco les dirá que invirtieron 250 mil millones en un acueducto alterno que inauguraron simbólicamente y que no presta ningún servicio. Es decir, que la millonaria inversión se encuentra embolatada, y que las afirmaciones que hace la gerente del IBAL Erika Palma, hablando de un supuesto segundo acueducto de Ibagué, no es más que una grotesca mentira. Una falacia digna de construirle un monumento a la corrupción al clan familiar que se ha secuestrado a la administración municipal.
Pero tampoco dirá una sola palabra sobre una ciudad que hoy, como nunca antes, todas sus calles y avenidas están intransitables, y esto también debido a la corrupción.
La marioneta de Hurtado, tampoco informará a los invitados a Chengdu, que insiste el interés secreto de patrocinar una empresa de aseo en la que supuestamente tiene interés su jefe político, el mismo que orienta la contratación del Sistema Estratégico de Servicio Público (SETP), del IBAL, Infibagué y de la administrar central en general de la Alcaldía de Ibagué.
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La señora Aranda, como fiel exponente de ese hálito putrefacto que representa el llamado ‘Hurtadismo’, se le olvidará informar en Chengdu, que su administración invierte millonadas de pesos para darle mermelada a la mayoría de concejales y garantizar una corporación dócil y cómplice de su mal gobierno, lo mismo que los onerosos contratos a ciertos ‘periodistas’, portales y medios de comunicación para que guarden silencio sobre toda la podredumbre que corroe su administración politiquera. Entonces señora alcaldesa, usted no está diciendo la verdad cuando afirma que: “Somos ciudades muy parecidas”. La única parecida es usted a su mentor Hurtado: están hechos para manipular, mentir y engañar.
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En Chengdu como en la China, la corrupción tiene hasta pena de muerte; Ibagué es un paraíso para los asaltantes del tesoro público. Aquí no hay Fiscalía ni organismos de control que investiguen y sancionen a los responsables de estos delitos, son entes ciegos, sordos, mudos y hasta complacientes con las fechorías.
Señora Alcaldesa, Ibagué no se parece en nada a Chengdu. Lea y estudie para que no haga comparaciones tan ridículas.
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