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Las matronas de Puerto Leguizamo

Las matronas de Puerto Leguizamo

Por Óscar Viña Pardo

Son las cuatro de la mañana y la abuela indígena Murui se alista para ir al pueblo. Sabe que en la carretera le tocará pasar por una trocha donde solo sobresale su cabeza. El agua empozada por el camino de siempre le brinda la seguridad de no ahogarse o ser mordida por algún animal. Las lluvias causan estragos en esta zona del país y aquí llueve todo el año.

Flor, Blanca y María Ernestina entrelazan sus manos, así como lo hacen cuando danzan en los rituales de agradecimiento a la tierra. Caminan lento, pero no les importa, se cuidan entre ellas, tienen la esperanza de ser escuchadas, tienen la esperanza de llevar esperanza a los suyos en este resguardo donde habitan 102 familias asentadas. 

Al llegar a la ciudad cambian sus atuendos. Ahora usan prendas de gala, elaboradas por ellas mismas con materiales que da la tierra, con la corteza de árboles, adornadas con semillas y otros elementos que pululan en sus suelos. 

María Ernestina, la abuela, toma la palabra. Saluda en su idioma a los asistentes al taller de comunicaciones Voces en los Territorios, que realiza la Consejería Presidencial para la Estabilización y Consolidación. Al otro lado del salón esta el gobernador indígena que la escucha pero no le pone atención. Quizás porque ya no vive en el resguardo, dice uno de los asistentes o porque sus necesidades ahora son diferentes a las de ellas. 

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“El Pueblo Múrui nace en un sitio sagrado llamado Kom+mafo (Lugar de origen). Este lugar se encuentra ubicado en La Chorrera, departamento del Amazonas. Los primeros hombres que salieron fueron Muinama, Muina y Múruima. Nacieron por obra del padre, creador en la noche. Seguidamente siguieron saliendo los demás hasta que amaneció. Los que no alcanzaron a salir quedaron convertidos en micos. Estos primeros hombres que salieron del Kom+mafo se iban bañando en un pozo de agua (U+goji). Lo hacían porque salían embarrados. En este mismo pozo sale una Boa (Agaro) la cual es cazada por R+ama para alimentar a la gente; esta Boa es cocinada y repartida por pedazos a cada persona. Al recibir cada uno y según el recipiente en que lo recibía, iba pronunciando su dialecto Bue, N+pode, M+ka, M+n+ka. Después de este acto los primeros hombres parten y llegan a un punto llamado “Guiriyadu” (Loma Alta – sitio donde se repartió la comida). 

Según el pueblo Murui, el origen de la historia del hombre se divide en dos: antigua vida y Nueva vida. En esta nueva forma de vida, Moo Padre creador le entrega al hombre Múrui dos plantas sagradas Jíbina y D+ona (Coca y Tabaco).

La cosmovisión de Pueblo Múrui parte de fundamentos filosóficos propios de los hijos de la Coca, el Tabaco y la Yuca dulce como Plan de Vida. Estos tres fundamentos son guiados por Moo Padre Creador. Uno solo es la Coca, uno solo es el Tabaco y uno solo es la Yuca dulce que nos entregó Moo. 

El Mambe alegra el corazón porque acerca a los amigos espiritual y físicamente. Por lo tanto, nuestra manera de ver el planeta tierra es muy distinta al de la mayoría de la sociedad, donde se toma como plan de desarrollo (talar árboles, explotar recursos y otros) por el contrario para nosotros, el desarrollo es conservar nuestro entorno natural para el bien de toda la humanidad y su equilibrio con todos los seres vivos”.  Tomado del Plan de Desarrollo.

Ernestina habla de Yua Buinamia, su territorio, un paraíso donde a la madre tierra la respetan con su vida. La comida no les falta, pero le duele la invisibilización de la mujer. Habla fuerte. Dirige su mirada al gobernador. Quiere ser escuchada por los suyos, quiere que sienta su dolor de abuela, de madre, de mujer que reclama pequeñas cosas para su resguardo. 

El camino que piden para llegar a su resguardo desde la cabecera municipal tiene un costo aproximado de 800 millones de pesos. A través del PDET se espera construirlo, pero los líos jurídicos por donde pasa el carreteable casi peatonal, tienen enredado este proyecto y no se ve una salida posible en los próximos meses. Tendría que, desde la institucionalidad, actores como la alcaldía, gobernación, la Agencia de Renovación del Territorio -ART, entre otras organizaciones, trabajar para buscar la mejor alternativa y ahí sacar productos sin ningún tipo de químicos, en especial los derivados de la yuca.

 

Blanca es la líder política del resguardo. Su voz representa a la mayoría de familias que en una elección interna la escogieron diferente al gobernador, quizás en un acto de rebeldía o de gallardía. Cuando habla de comunicaciones, pide cosas tan sencillas como el enseñarles a sus mujeres a manejar el WhastApp, el voz a voz moderno que les ayudaría a conectarse con el mundo.

Su segunda petición se centra en el mejoramiento de la casa cultural que beneficiaría no solo a las mujeres sino a los jóvenes; una caja mágica donde podrían fortalecer sus procesos culturales, desarrollando nuevas narrativas auténticas para impulsar la corresponsabilidad en la implementación del Acuerdo de Paz.

Una casa cultural que sin ser maloka o centro de pensamiento sirva como espacio educativo donde se pueda afianzar en su lengua propia, otra de las necesidades del pueblo Muruí, que fuera expresada por los ancianos en un encuentro posterior.   

Ha terminado la intervención de estas mujeres que nos han enamorado de su territorio sin conocerlo. Flor, Blanca y María Ernestina entrelazan nuevamente sus manos. Esta vez puedo detallar que una de las piernas de Flor, la segunda abuela con mayor autoridad moral en el resguardo, sobresale por la mordedura de serpiente en su casa, lugar del que salió a rastras en la noche, tanteando el terreno bajo la luz de la luna. Unos minutos más y habría perdido su pierna relata Flor, que insiste en la necesidad de la casa cultural.

Sus trajes de gala serán guardados para una nueva ocasión. Como la ropa con que llegaron ya esta seca vuelven a colocársela para pasar por el camino que las llena de barro hasta el cuello. Su mirada esta puesta en su resguardo, en llevar una respuesta con esperanza a una población que quiere seguir disfrutando su tierra y hacer en el tiempo libre lo que les gusta, artesanías, talla en madera, cestería, joyería artesanal, remembrando su raíz en medio de la nada. 

Las samaritanas fueron escuchadas. Sus voces se unen a las de más 4 mil mujeres de 35 municipios de 15 subregiones PDET que tendrán la oportunidad de participar en esta iniciativa de comunicación para el desarrollo que financia la comunidad internacional a través del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz y que ejecuta la OIM. 

Esperan ahora que en un tiempo no mayor a los 9 meses se reinaugure su casa y puedan todos en el resguardo mostrar a propios y extraños la cosmovisión de los Muruí. Nuevamente se colocaran sus trajes de gala y bailarán agradeciendo como lo hacen todos los días por tener un pedazo del paraíso en su territorio.

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