El departamento del Tolima ahora cuenta con dos nuevas especies en su inventario de plantas endémicas. Se trata de la Columnea combeimae y la Columnea rubropilosa, especies de hierba de la familia Gesneriaceae descubiertas en Ibagué, Líbano y algunos municipios de Antioquia.

Su descubrimiento estuvo a cargo de David Lozano Cifuentes y Jorge Ríos, biólogo e ingeniero forestal egresados de la Universidad del Tolima, respectivamente; y junto a ellos trabajó Sofía Ballesteros, bióloga de la Universidad Nacional. Además, contaron con el acompañamiento de los profesores John Littner Clark y Laura Vibiana Clavijo.

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En medio de sus salidas de campo e investigaciones sobre la flora del Tolima, se percataron de una planta común en el Cañón del Combeima, pero que no figuraba en ningún registro botánico: la Columnea combeimae. Es una especie del género Columnea perteneciente a la familia Gesneriaceae.

“Se encuentra en tres partes del Tolima: el Cañón del Combeima y la vereda Ancón Tesorito en Ibagué, y en el municipio del Líbano. Es una hierba bastante larga que puede alcanzar hasta un metro de longitud, presenta unas manchas en la parte inferior de las hojas y es particular porque solo presenta ese nervio en su hoja principal hasta la mitad. Además, presenta unas glándulas en la zona inferior del ovario de la flor, que se encargan de secretar una sustancia que atrae mucho a los colibríes”, explicó David Lozano sobre la Columnea combeimae.

Por su parte, Sofía Ballesteros reveló que el descubrimiento o correcta caracterización de la Columnea rubropilosa se produjo inicialmente en Jardín, Antioquia, pero después se percataron también de su presencia en el Líbano, norte del Tolima.

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“Las columneas tienen una característica muy chévere, que básicamente todo el género es polinizado por colibríes. Por esa razón presentan diferentes atributos, como en este caso son el cáliz y las brácteas, que son de color morado y eso ayuda a la atracción de los colibríes. No son epífitas, y eso ayuda también a que sean vistas más fácilmente por los colibríes”, contó Sofía.

Entretanto, Jorge Ríos destacó que, “lo que no se conoce no se puede proteger”. Por tanto, hallazgos como los suyos les permiten a las autoridades ambientales, la academia y la ciudadanía en general conocer su territorio y tomar mayor conciencia de las formas de vida que en él habitan.

“Las especies se deben dar a conocer para que la gente sepa que aquí hay plantas en peligro de extinción, que están amenazadas por la ganadería, por el tráfico de plantas, por cultivos extensivos, etcétera. Por eso los nombres. Por ejemplo, Columnea combeimae para representar la importancia de nuestro Cañón del Combeima e intentar generar sentido de pertenencia. Es importante mostrarle a la gente que allí están esas plantas y hay que protegerlas”, remarcó Jorge.

En ese sentido, David acotó que deben implementarse planes de conservación para especies como la Columnea combeimae y la Columnea rubropilosa, ya que son endémicas del país y se hallan solo en las cordilleras Central y Occidental de Colombia.

“Y no solo están entre esas dos cordilleras, sino entre los 2.000 y 2.600 metros sobre el nivel del mar. Es decir, un área muy pequeña. Además, están en parches fragmentados por vías, cultivos o la ganadería, lo que dificulta su reproducción”, complementó Jorge.

Asimismo, el reciente descubrimiento científico que tuvo lugar en el Tolima permitió identificar con mayor precisión a estas dos especies que son fundamentales para el equilibrio de los ecosistemas.

“La planta tiene un mecanismo de polinización para atraer a los colibríes y poder reproducirse. Y para los colibríes es una fuente fundamental de néctar, de alimento, entonces hay una relación muy frágil con las aves. En el ecosistema contribuye mucho a la resiliencia de los bosques, a que se mantengan y sean diversos. Si llega a desaparecer esta especie de planta, también lo haría la especie de colibríes (Eutoxeres aquila), que evolucionó para alimentarse de ella. Es una cadena muy delicada”, agregó el ingeniero forestal.

Los investigadores esperan presentar sus descubrimientos en el próximo Congreso Nacional de Botánica que se cumplirá en 2026 y encontrar el apoyo institucional que permita la apropiación de estas especies entre las comunidades.