Periodismo de análisis y opinión de Ibagué y el Tolima

Destacadas

Inicia la consulta popular

Inicia la consulta popular

Por Cristhian Acosta Guzmán

Presidente Unión Patriótica Tolima

La convocatoria del presidente Gustavo Petro a una consulta popular y a la movilización social es un punto de quiebre en la historia reciente del país. No es un acto de desesperación ni un simple movimiento estratégico, sino la consecuencia lógica de un gobierno que ha intentado transformar un sistema diseñado para que nada cambie.

Desde el primer día, las reformas han chocado con una estructura de poder que, aunque se presenta como democrática, opera con los mismos mecanismos de exclusión y veto que han mantenido a Colombia atrapada en el mismo modelo económico y político por décadas.

El bloqueo sistemático a las reformas no es solo una disputa legislativa, sino la manifestación de un problema estructural: la democracia colombiana funciona bajo un cerco impuesto por los poderes económicos y políticos que se resisten a perder sus privilegios. No se trata solo de Petro, sino de cualquier intento de cambio real. La oposición no teme a las reformas en sí mismas, sino a la posibilidad de que la gente, movilizada y consciente, entienda que tiene el poder de decidir su futuro sin intermediarios que negocien en su nombre.

Cuando las instituciones no representan a las mayorías, ¿cuál es el camino? La democracia liberal nos enseñó que los cambios deben tramitarse dentro del orden establecido, pero ese orden está diseñado para frenar las transformaciones que cuestionan su propia razón de ser. Y aquí está la paradoja: cuando la movilización social presiona, los sectores tradicionales claman por “el respeto a las instituciones”; pero cuando esas mismas instituciones no cumplen su función, nos piden paciencia, resignación y fe en procesos que han demostrado ser una farsa.

Lo que Petro está haciendo con esta consulta es poner en jaque la credibilidad del sistema. Si la oposición cree que las mayorías rechazan sus reformas, deberían estar ansiosos por ir a las urnas y demostrarlo. Pero no lo están. Porque el problema no es el mecanismo de participación, sino la posibilidad real de que el pueblo, sin intermediarios, tome decisiones que afecten los privilegios de los de siempre. Lo que más teme la clase política tradicional no es a Petro, sino a la posibilidad de que su liderazgo despierte una ciudadanía que ya no acepte la democracia como un ritual vacío, sino como un acto genuino de poder.

Siguenos en WhatsApp

Artículos Relacionados