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Imparable divorcio Barreto-Hurtado
La cereza del postre que abrió las puertas al enfrentamiento soterrado que sostenían desde hace más de un año, el exgobernador Óscar Barreto y el actual alcalde de Ibagué, Andrés Fabián Hurtado, fue la defenestración de Javier Triana, considerado uno de los apóstoles del jefe conservador del Tolima.
Aunque haya salido acompañado de otros funcionarios, también confesos barretistas, se considera que Triana, según los entendidos políticos, eran los ojos y la presencia política de Barreto en la administración local; por lo que se estima que su salida es un portazo definitivo a las débiles relaciones que existían entre el Alcalde y el Exgobernador.
Al hoy exsecretario de Agricultura y Desarrollo Agropecuario, lo tomamos como el símbolo de la barrida del barretismo de la Administración Hurtado.
Sobre estos hechos, existen diferentes interpretaciones dependiendo de la óptica política que se tenga, incluso de intereses que se defiendan en otros aspectos, entre ellos la contratación en el municipio. Por eso, para escribir esta nota consultamos a diferentes fuentes de opinión cada una de ellas con puntos de vista distintos, que trataremos de resumir en este escrito.
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La supuesta independencia
En primer lugar, esa supuesta ‘independencia’ que quiere demostrar Hurtado está en duda. No tiene la fuerza ni la estructura política para hacerlo, él mismo llegó al cargo gracias a los votos de Óscar Barreto, al jefe que hoy traiciona como lo hizo antes con Mauricio Jaramillo cuando el alcalde era Liberal.
De esta consideración se desprende que Hurtado, tampoco tiene capital para construir el tal movimiento ‘hurtadista’, máxime, cuando además de no tener plante político, no cuenta con la capacidad intelectual ni el discurso para ofrecer un proyecto político que cale en sus súbditos, menos la ciudadanía.
Prueba de ello, es la parcelación de su administración, donde cada jefe político tiene su pedazo y el alcalde no tiene ninguna autonomía para decidir. Y si antes era Barreto, ahora tendrá que dividir el feudo entre Yepes, Ferro, “El Choco”, Miguel Barreto, Aquileo Medina, y hasta con algunos de los presidentes politiqueros de las juntas de acción comunal. El mismo estilo de Luis H. Rodríguez.
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El tal 'hurtadismo’, solo existe en los bolsillos de los periodistas fletados, y esa palabra vivirá solo por el tiempo que dure su administración y se pague la pauta publicitaria.
Por otra parte, a la pregunta que surge de ¿quién gana o quién pierde en esta pelea?, muchos coinciden en afirmar que Barreto es el beneficiado por que se desprende de un pésimo funcionario como el alcalde y, que, de esta forma, podría tener réditos electorales, pero también hay quienes consideran que el exgobernador no puede eludir la responsabilidad política que recae sobre sus hombros por haber elegido a un alcalde inepto e incapaz y que debe pagar su error o equivocación.
El silencio de Barreto
De todas maneras, Ibagué es una ciudad que ha comenzado a tener un voto interesante de opinión, y que sabrá discernir en esta confrontación de parroquia, pese a que Óscar Barreto ha mantenido un discreto y prologado silencio que debe romper para fijar su posición frente a lo que está ocurriendo.
Creemos que en política ciertos dirigentes suman o restan, en esta ocasión, pensamos que Hurtado está en el segundo grupo, añadiendo que tampoco tiene capacidad de endosar votos.
Ahora bien, el problema no es la pelea entre Barreto y el desleal Hurtado, si no las repercusiones que ese enfrentamiento pueda tener en el desarrollo de Ibagué en los dos últimos años de gobierno.Se aspira a que el entendimiento que se ha mostrado, hasta el momento, entre el gobernador Ricardo Orozco y el alcalde se mantenga para bien de la ciudad.
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Para suerte de Barreto, el mandatario seccional viene cumpliendo una positiva labor en beneficio de la capital del Tolima en diferentes frentes, entre los que se encuentran: educación, salud, vías y ahora deportes, entre otros, que le restan protagonismo al alcalde Hurtado, más cuando se siente en algunos aspectos, que Ibagué tiene más gobernador que alcalde.
Pero a la novela de este divorcio Barreto-Hurtado, le falta el capítulo final: es saber con certeza qué produjo esta separación cuando el matrimonio pintaba con esplendido futuro. Una cosa son los buenos augurios y otra las realidades.
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