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El gallo rojo encima del gallo azul

El gallo rojo encima del gallo azul

Por Henry Rengifo


En Colombia, durante el siglo XIX hubo más de 70 guerras civiles y la causa de esta confrontación de extremos fratricidas, tuvo su origen en la enemistad de los partidos tradicionales, Liberal y Conservador. Enemistad azuzada, por supuesto, desde las élites y que se ha extendido en el siglo XX con el tristemente ‘Bogotazo’ y que en el siglo XXI se mantiene intacta.

Esa enemistad heredó odios recalcitrantes en la sociedad colombiana que se han bifurcado en distintas manifestaciones violentas y que hoy se mantienen incólumes. El Tolima, que ha sufrido, como el que más, los embates de esa irracionalidad política, continúa pagando los platos rotos. Gran parte de su dirigencia actual se niega a que se extirpen esos odios. Pareciera que los atesoraran con una devoción que rebasa límites insospechados. Es el odio en toda su extensión.

Porque no solo es la violencia física, es también la verbal, aquella que descalifica a priori, la que calumnia e injuria, la que no reconoce en el otro los aciertos, la que ataca y maltrata con virulencia, sin importar el daño que causa al interés general.

Un ejemplo de esa secuela se dio en días pasados cuando el presidente Iván Duque y el alcalde de Ibagué, Andrés Hurtado, hicieron entrega a beneficiados del  programa de mejoramiento de vivienda. El inquieto activista político, liberal por ideología, César Picón no ocultó su malestar y recordó que ese programa fue el resultado de un convenio firmado en el 2019 en la administración de Guillermo Alfonso Jaramillo. Es decir, la molestia tenía que ver con que no se estaba reconociendo el trabajo de la anterior alcaldía.


“No solo es la violencia física, es también la verbal, aquella que descalifica a priori, la que calumnia e injuria, la que no reconoce en el otro los aciertos, la que ataca y maltrata con virulencia, sin importar el daño que causa al interés general”.


Quien esto escribe, en respuesta a esa reacción, expresó que tenía la seguridad que si Guillermo A. Jaramillo hubiera estado en el puesto del actual alcalde Hurtado, habría obrado de igual manera: desconocer la labor de su antecesor. Para nadie es un secreto que ese criterio se volvió regla de oro en el Tolima con origen en esa confrontación en extremo cáustica y visceral que tiene su asidero en la herencia maldita de los odios entre los que se dicen ser liberales y los que se dicen ser conservadores.

Lo peor es que esa herencia en tiempos de hoy, en lugar de disminuir, escala posiciones. Sin tregua, se evidencia que es mayor la mezquindad, el individualismo, las diatribas e insultos. Ese ha sido un comportamiento permanente. Y para rematar, muchos de los medios de comunicación prestos a estimular esa nefasta herencia.  

Un hecho que refleja ese pasado que no termina, fue protagonizado en la década de los 80, quién lo creyera, por Guillermo Alfonso Jaramillo. En una campaña al Congreso, si no estoy equivocado, en su primera candidatura a la Cámara de Representantes, utilizó como campaña publicitaria una infortunada imagen en la que aparecía en las vallas un gallo de pelea de color rojo encima de un gallo de color azul. Lo inexplicable era cómo un joven de la época se mantenía fiel a esa arcaica práctica sectaria que tantas lágrimas y dolor ha causado en el Tolima.  --

Adenda. Emilio Martínez Rosales, quien tiene una inhabilidad de por vida para ocupar puestos públicos impuesta por la Corte Suprema de Justicia por el delito de celebración indebida de contratos, reapareció en la escena política. A través de la Fundación Centro de Estudios Nuevo Tolima, organizó un foro virtual este miércoles 18 de agosto, con ocasión de un aniversario más del asesinato de Luis Carlos Galán. Participaron en el foro, el exprocurador Fernando Carrillo, Rodrigo Lara, Guillermo Alfonso Jaramillo y el exfiscal Alfonso Valdivieso Sarmiento.

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