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El dilema de los regentes: defender al paciente o ceder a la presión comercial
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En el sector farmacéutico, en el que la salud debería ser el centro de todas las decisiones, los intereses comerciales han terminado por imponerse sobre la ética profesional. Los regentes de farmacia, responsables también de garantizar el bienestar del paciente, se enfrentan a una constante presión por parte de empresas y laboratorios que priorizan las ganancias por encima de los principios éticos. Así lo muestra una investigación planteada por los aprendices del Sena Regional Tolima, Cindy Padilla y Wilson Pérez, del tecnólogo en Regencia de Farmacia.
La industria farmacéutica en Colombia atraviesa un dilema que compromete no solo a los profesionales de la salud, sino también a la sociedad entera: la tensión permanente entre la ética profesional y los intereses comerciales. Mientras el Ministerio de Salud sostiene que no hay diferencias sustanciales entre los medicamentos de marca y los genéricos, los regentes de farmacia denuncian que trabajan bajo cuotas imposibles de cumplir, campañas de mercadeo engañosas y presiones comerciales que ponen en riesgo su independencia y, sobre todo, el bienestar de los pacientes.
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La investigación muestra cómo la fijación arbitraria de cuotas de ventas, la especulación con los precios de los medicamentos y la manipulación del mercado a través de campañas publicitarias engañosas han distorsionado la finalidad del servicio farmacéutico.
Este panorama, según el estudio, coloca a los regentes de farmacia en una encrucijada: mantenerse fieles a su código de ética, que prioriza el bienestar del paciente, o ceder ante la presión de las empresas que los emplean, arriesgando incluso la pérdida de su trabajo. Dicha situación convierte el ejercicio de la profesión en un dilema ético constante, donde la estabilidad económica compite con la integridad personal.
Las farmacéuticas han sabido aprovechar vacíos regulatorios en Colombia y en el mundo, de acuerdo con la investigación. Mientras un medicamento genérico puede tener el mismo efecto terapéutico que uno de marca, la publicidad y el mercadeo imponen una falsa percepción de superioridad. Esto se traduce en decisiones de compra basadas en mayor medida en la imagen antes que en la ciencia.
De acuerdo con el Código de Ética del Regente de Farmacia en Colombia (Ley 485 de 1998 y Decreto 2200 de 2005), el bienestar del paciente debe estar siempre por encima de cualquier interés económico. Sin embargo, la realidad del mercado contradice este principio.
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Los regentes denuncian que reciben presiones constantes para recomendar productos de marca, aunque los genéricos tengan la misma eficacia. Además, deben alcanzar metas de ventas que muchas veces resultan inalcanzables. “Cuando el hambre entra por la puerta, la ética sale por la ventana”, relató uno de los testimonios recogidos en el estudio, resumiendo la tensión entre los valores profesionales y la necesidad económica.
Lo que dice el Ministerio de Salud
Consultado sobre la diferencia entre medicamentos de marca y genéricos, el Ministerio de Salud fue enfático en que: “Todos los medicamentos, ya sean originales, genéricos o genéricos de marca deben cumplir con los estándares de calidad, seguridad y eficacia que el Invima exige”.
Con esta declaración, la entidad desmonta la creencia de que los medicamentos más costosos son necesariamente mejores. De hecho, el Ministerio recordó que: “Los medicamentos genéricos cuestan menos porque requieren menor inversión en publicidad y promoción, además de no tener que cubrir los gastos de investigación y desarrollo que implican los originales”.
Aun así, el estudio plantea que la falta de pedagogía hace que muchos pacientes sigan creyendo que un medicamento de marca ofrece más garantías que uno genérico. La mercadotecnia, más que la evidencia científica, sigue marcando la pauta en las prácticas de consumo.
La posición de la industria
Desde el sector privado, la farmacéutica Genfar, una de las principales productoras de medicamentos genéricos en Colombia, respondió a las inquietudes planteadas en el trabajo académico. La empresa defendió sus procesos de calidad al afirmar: “La evaluación farmacológica comprende el procedimiento mediante el cual la autoridad sanitaria evalúa la utilidad, conveniencia y seguridad de un medicamento”, arguyó en su respuesta la compañía.
Además, sostuvo que busca “garantizar nuestro sistema de calidad, para continuar con las certificaciones de las entidades regulatorias”.
Entre la ética y la supervivencia
El dilema ético se repite en múltiples escenarios: elegir entre recomendar un medicamento genérico más barato o ceder a la presión de ofrecer uno de marca; aceptar la imposición de cuotas de ventas imposibles o arriesgar el empleo; ser fiel a los principios profesionales o garantizar el sustento de la familia.
El reto es grande, según concluyen los aprendices del Sena en el Tolima. Se necesita una regulación más estricta sobre precios y cuotas, campañas de pedagogía que fortalezcan la confianza en los genéricos, mayor inversión pública en investigación y una formación ética continua para los profesionales del sector.
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