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Apaga su luz el café más antiguo del parque principal del Líbano
Por Luis Gabriel Calderón
Con el cierre del viejo Café Montecarlo, se perdió otro pedazo de nuestra historia. El emblemático establecimiento que supo dar vida diurna y nocturna al municipio, luego de muchos años de prestar un buen servicio y después de dos años de pandemia, el lugar finalmente con tristeza cierra para siempre sus puertas. Deja atrás décadas de trabajo e historias en un pueblo en crecimiento.
El establecimiento que fue de propiedad del señor Calixto Vera por muchos años tenía una vitrola, traganíquel o rocola donde se escuchaba música llamada “campirana” música campesina popular, carrilera, o guasca. Donde se escuchaba a Ray y Lupita, Lydia Mendoza, las Hermanas Padilla, Los Madrugadores, Los Relicarios, Los Trovadores de Cuyo, el Conjunto América, Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Óscar Agudelo, Rómulo Caicedo, Luis Ángel Ramírez Saldarriaga el Caballero Gaucho, el Charrito Negro y Darío Gómez.
El Montecarlo en los años sesenta y setenta permanecía abierto toda la noche, atendido por mujeres llamadas “coperas”, eran personas muy amables que llamaban por su nombre a la mayoría de los visitantes y cuando no conocían a la persona le preguntaban ¿qué va a tomar el caballero o el joven?. Siempre vestían con un delantal y permanecían en sus manos con un paño blanco para limpiar las mesas y gritaban al maquinista: “Un tinto y perico bien lechudo para la cinco”.
Este café no era solamente para tomar licor, sino también para compartir un buen tinto con los amigos. Era un sitio exclusivo para hombres, las damas del pueblo nunca entraban. Las únicas mujeres que se encontraban allí eran las señoras que atendían. Los tintos siempre eran servidos con un vaso de agua y el aguardiente, ron y brandy con un vaso pequeño de leche. No faltaba la música de la vitrola, traganíquel o rocola.
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También se escuchaba música de cuerda y cuando se consumía licor, se compartían unos traguitos con los músicos de la época, solistas, dúos, tríos, los hermanos Correa, Camelo, y la Orquesta Ritmo, espacios aprovechados para pactar las serenatas.
En el interior del establecimiento se encontraba el cenadero y un sitio privado, el casino o reservado donde se apostaban grandes cantidades de dinero en juegos como el tute, los dados, la ruleta y el blackjack.
Había varias mesas de billar y de pool, las personas asistían allí a ver grandes encuentros competitivos, donde acudían los billaristas famosos del Líbano, entre ellos; Elías Castillo, Eulises Millán, Mario Garcés Toro, Carlos Morales ‘El Boqueto’, Álvaro Oviedo ‘El Diablo’, Lino Zambrano, Luis Salinas, Juan B. Echeverry y Gustavo Correa. Como no recordar a aquellas personas que prestaban un buen servicio a los billaristas denominados gariteros José Bellatín Nivia Punta, Honorio Castro, Jorge Cardona Arango, Eulises Millán ‘Pirulo’.
Era costumbre, una vez que se salía de un baile o de tomar en otro sitio, antes de irse para la casa, pasaban por el cenadero del Montecarlo, para compartir con los amigos o para llevar a la casa.
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Es de recordar que en este sitio también funcionaron establecimientos como la primera empresa de transporte terrestre como el Expreso Ribón en un pequeño local enseguida de la entrada del café, esta empresa era la única que prestaba su servicio en automóviles último modelo, conocidos como “berlinas”, y ofrecía transporte puerta a puerta hasta Bogotá.
El selladero de la hípica, atendido por el señor Blas Botero, juego 5 y 6, En el que los apostadores llenaban un formulario por triplicado con los nombres de los ejemplares escogidos en cada una de las seis carreras válidas de cada domingo, estos concursos eran transmitidos por radio y televisión en vivo el de la hípica en 'Telehipódromo' y el concurso o polla futbolera para acertar los marcadores de los encuentros del campeonato profesional de fútbol el TOTOGOL, además se repartía la hoja de la programación semanal con los números y nombres de los participantes, colores de la divisa. Revistas especializadas y periódicos.
El viernes 4 de marzo de 2022, siendo propietario el señor Germán Canoas, cerró sus puertas el Café Montecarlo y se confirmó que este sitio histórico del parque principal ya no volverá a abrir sus puertas.
Su fama la ganó en los años cincuenta, cuando artistas e intelectuales tomaron este sitio como referente y espacio para compartir. En sus mesas podían verse músicos, escritores, poetas, novelistas, actores, directores de teatro y profesores. Del Café Montecarlo quedan los buenos recuerdos y la nostalgia de muchas tertulias.
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