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Abandono de la concha acústica ‘Garzón y Collazos’, reflejo de la dejadez en que está la ciudad

Abandono de la concha acústica ‘Garzón y Collazos’, reflejo de la dejadez en que está la ciudad

El alma musical de Ibagué y del Tolima se siente herida. Uno de los escenarios simbólicos donde se realizan conciertos y presentaciones de agrupaciones artísticas se encuentra en ruinas. El aguacero de la noche del pasado jueves, desnudó esa triste realidad.

La caída de la cubierta de la concha acústica, que causó daños en equipos de sonido y por poco causa una tragedia, es la radiografía de lo que ocurre con otros escenarios de la ciudad. 

La concha acústica ‘Garzón y Collazos’, que lleva por nombre precisamente, el de un dúo que encarnó y encarna la simbiosis del alma musical de los ibaguereños y tolimenses, hoy padece el abandono por parte de una administración mediocre y despistada.

Este, que es también un sitio utilizado por jóvenes y adultos para realizar actividades deportivas, lúdicas y de recreación en forma permanente, es un lugar de encuentro de miles de personas que lo tienen como uno de los referentes urbanísticos más conocidos e importantes de la ciudad, donde el único que lo desconoce es el alcalde Andrés Hurtado.

Pero además del desplome de un sector de la cubierta, la concha acústica también tiene daños en el sistema de alcantarillado y sifones tapados, no cuenta con servicio de agua, la luz a tempranas horas de la noche la suspenden, las graderías denotan mal estado, y debido a la falta de mantenimiento, este sector como de todo el parque, está lleno de maleza.  Luce tremendamente feo.

Sea la oportunidad para recordar que la situación que vive la concha acústica y el parque Centenario, es la misma que atraviesan varios espacios públicos del municipio, que reflejan dejadez y desidia por parte de la administración local. Ejemplo, el mercado persa sucio y desordenado de la carrera Tercera, la principal vía de Ibagué que tantas veces se ha denunciado sin que hasta el momento se tome correctivo alguno para recuperar el espacio público para los ciudadanos. 

A ese abandono se suma el obsoleto sistema semafórico, inservible desde hace meses, causante de un caos vehicular que afecta de manera considerable la calidad de vida de los ibaguereños.

Pero también son las obras del acueducto complementario rezagadas, necesarias para que Ibagué supere definitivamente el problema de suministro de agua. En esta administración resurgieron los cortes permanentes.   

La orfandad de los parques comenzando por la plaza de Bolívar, el Murillo Toro y la plazoleta Darío Echandía, en pleno centro de la ciudad; y que decir de los bioparques en los barrios, los senderos y escenarios deportivos.

Es la conclusión definitiva de las obras del panóptico, hoy hay que decirlo es un elefante blanco al que se le han invertido cerca de 25 mil millones de pesos, y que aún no encuentra la ruta para qué se va a destinar.  

Es también la terminación o construcción de los escenarios deportivos que quedaron inconclusos desde la nefasta alcaldía de Luis H. Rodríguez, escenarios que además de hacerse deben quedar bien terminados.  

Es establecer un sistema de contratación claro y transparente, sin sobrecostos, ni a dedo, que no deje dudas en la comunidad de dudosos manejos de los recursos públicos.  

También es, no echarle carreta ni mentirles a las comunidades con promesas que nunca se van a cumplir, ni poner el espejo retrovisor para culpar de sus propios fracasos a las anteriores administraciones.   

La solución no lo son los retoques que ofrece la administración local con pintura azul como el caso de las paredes y graderías de la concha Garzón y Collazos, color que por lo demás, es obsesivo y al parecer, fatisface el ego visual del mandatario local, pero no ofrece ninguna respuesta real a los problemas ciudadanos.

Lamentablemente todos los galones de pintura azul que el mandatario local ha gastado pintando los sitios públicos de la ciudad, no le han servido de mucho, pues Ibagué refleja la falta de un timonel que la conduzca a puerto seguro, y no de un marinero de agua dulce preocupado únicamente por otorgar contratos a dedo, sin horizontes claros, ni planeación definida.

Los ibaguereños necesitamos un mandatario que sea transparente y se conecte con la realidad que vivimos, no de un Alcalde que este preocupado más por las camisas, los pantalones y tenis que luce, que por solucionar los ingentes problemas de diverso orden que tiene la capital del Tolima.

Como vamos, esta administración nos está llevando al oscuro sótano en que nos dejó Luis H. Rodríguez.   

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