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Juanchoconat, una empresa con sentido social que piensa en los campesinos
Por: Alejandro Hernández
Desde los 15 años Juan Manuel Arbeláez descubrió que quería ser emprendedor. Soñaba con tener su propia empresa. En el camino se encontró con Natalia Bulla, otra joven que anhelaba emprender. Ambos se conocieron y crecieron en el barrio La Pola de Ibagué.
Natalia se formó como ingeniera industrial en la Universidad de Los Andes. Juan Manuel, por su parte, estudió emprendimiento empresarial en Estados Unidos.
Una vez regresó a Colombia, inició a pensar en ideas de empresa. Se encontró nuevamente con Natalia. Coincidieron en que ambos querían emprender. Así, nació Juanchoconat, un chocolate fino con sentido social.
Todo empezó en el año 2014 en la finca La Marillina, en el corregimiento de San Bernardo. El padre de Juan Manuel había regresado hace poco a la finca, tras abandonarla durante ocho años por el conflicto armado con la guerrilla de las Farc, que azotó a San Bernardo en la década de los 2000.
En el 2014 la pareja de jóvenes ibaguereños se encontró con un pueblo sumido en la pobreza, con gran parte de los productores de cacao en crisis económica. Los campesinos trabajaban a pérdidas.
“En ese momento hizo clic la idea de este proyecto. Hacer un chocolate social, que su primer objetivo fuera ayudar a pequeños campesinos de Ibagué y el Tolima, a salir de la pobreza”, cuenta Juan Manuel.
Aprendizaje
En ese momento ni Juan Manuel ni Natalia tenían alguna idea sobre la producción o transformación del cacao. Tuvieron que prepararse, probar, equivocarse, hasta acertar.
“En diciembre del 2014 compramos la primera máquina con un crédito que sacó Natalia de 20 millones de pesos. Ese fue el capital con el que empezamos. Arrancamos con cuatro productos, vendiéndole solo a tiendas saludables de acá de la ciudad de Ibagué”, relata.
A partir de ahí empezó el camino de Juanchoconat. Natalia y Juan Manuel tenían claro que sería un proceso a largo plazo. Sin embargo, también estaban convencidos de que era su proyecto de vida.
“Una cosa es hacer negocios, y un negocio debe dar dinero desde el principio. Pero hacer empresa es distinto. Desde el primer día nos fijamos cómo nos veíamos dentro de 10 años, pensando a largo plazo. Así como usted espera que en la tumba termine su vida, allí también terminará su proyecto de emprendimiento. Eso hace ver el negocio desde otra perspectiva y nunca rendirse”, expresa Juan Manuel.
En principio Juanchoconat arrancó con procesos de producción artesanal. Se tuvieron que endeudar. También, los dos jóvenes contaron con el apoyo incondicional de sus familias.
Aprovechando las oportunidades
Después, se ganaron dos convocatorios de Innpulsa, fueron 200 millones de pesos, y así, adquirieron máquinas que les ayudaron a optimizar los procesos de producción.
“Uno empieza teniendo la deuda como principal mecanismo de crecimiento. Para vender más, obligatoriamente se debe invertir en maquinaria. De esa forma es que hemos crecido”, enfatiza Juan Manuel.
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Con el tiempo llegaron los clientes, el apoyo del Gobierno Nacional y las ferias internacionales, que les abrieron puertas alrededor del mundo. Juan Manuel se encarga de la comercialización y Natalia del proceso administrativo. Esa coordinación les ha permitido llegar a grandes tiendas de cadena. Entre ellas:
- Carulla
- Falabella
- Pepe Ganga
- Dislicores
- Panamericana
- Grupo Éxito
- Mercacentro
- Tiendas saludables y de café especial
Además, Juanchoconat tiene una tienda física ubicada en el primer piso del centro comercial La Estación en Ibagué. A su vez, están en la web, en su sitio www.juanchoconat.com. Con exportaciones llegan a Irlanda, Escocia, Chile, Singapur, Rusia, Estados Unidos, entre otros países.
Venden chocolate para bebida en tres presentaciones. Aunque, su especialidad son las barras de chocolate para consumo directo. Sus productos se consiguen desde los 10 mil pesos colombianos.
Ayudar a los pequeños productores
Pese al crecimiento, la empresa no ha olvidado el sentido social con el que nació el proyecto hace ocho años. La iniciativa de ayudar a los pequeños productores en municipios como Rovira, Falan, Rioblanco, Prado e Ibagué, a quienes les compran cacao, sigue vigente. Ese sentido social con lo local, los ha llevado a ser internacionales.
“El cacao se lo compramos directamente a pequeños campesinos del Tolima, sin intermediarios. Vamos hasta sus fincas y recogemos el cacao. Es decir, les ahorramos todo el tema de logística, ese costo lo asumimos nosotros. Con nosotros, ellos ganan hasta un 78 % más”, revelan.
Incluso, afirman que han dejado pasar ofertas que los beneficiaban a ellos como empresarios, pero no a los campesinos a quienes trabajan. “Hemos tenido oportunidad de exportar cacao a Italia, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, pero cuando hemos hecho cuentas, para ganar dinero nosotros, le teníamos que bajar al margen de los productores, y ahí ya pierde todo sentido”, sostiene Juan Manuel.
A sus 30 y 29 años respectivamente, Natalia y Juan Manuel tienen una empresa que genera hoy en día 29 empleos directos y más de 300 indirectos. Cuentan ahora con una planta propia, altamente certificada por el Invima. “Pero sentimos que todavía nos queda mucho por hacer. La idea es llegar a trabajar con 10.000 familias campesinas del país, exportar a muchos países más. Esto apenas comienza”, sentencia.
Uno de los escenarios que más les ha ayudado con las exportaciones, son las ferias nacionales e internacionales. Precisamente, Juanchoconat es una de las 14 empresas que estará entre el 3 y 11 de marzo en Expo Dubái 2022, la feria comercial más importante del mundo.
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