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¿Qué está pasando en Estados Unidos de América y por qué se habla de recesión?
Por: Manuela Ospina Varón
En primer lugar, podemos hablar de recesión económica si, en un periodo de al menos dos trimestres consecutivos, la economía decrece, es decir, si su Producto Interno Bruto presenta un crecimiento negativo, al mismo tiempo que el desempleo aumenta. Esta situación obliga a las empresas a reducir no solo su producción, sino también la cantidad de empleos que generan y las inversiones que realizan. Por otro lado, los consumidores optan por reducir sus gastos, y al no contar con ingresos, el cumplimiento de sus deudas se complica, lo que incide de manera directa en la desaceleración económica y en la confianza en los mercados financieros.
Una recesión puede originarse por diversos motivos, algunos relacionados con la fluctuación pronunciada en el precio de los insumos utilizados para producir bienes y servicios. Por ejemplo, si el precio del petróleo se dispara, se convierte en un factor capaz de denominarse precursor de una recesión, al elevar el precio y reducir la demanda agregada. Además, también puede deberse a la aplicación de políticas fiscales, monetarias o contraccionistas para reducir la inflación (especialmente si se utilizan en exceso).
Si bien todas las recesiones tienen orígenes distintos, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, comparten ciertas características, como:
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Una duración de aproximadamente un año con una contracción del PIB del 2%.
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Disminución de la producción industrial y las inversiones.
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Un aumento brusco en las tasas de desempleo.
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La pérdida de valor de la vivienda y del capital accionario.
El lunes 5 de agosto, las bolsas de valores en Asia y Europa abrieron a la baja, ante un inminente temor a una desaceleración económica. En el caso asiático, el Nikkei 225 de Japón (el principal índice del mercado japonés, donde cotizan las mayores empresas de este país) cayó aproximadamente un 12,4%. Esta tendencia fue seguida por el índice Hang Seng de Hong Kong, el Shanghai Composite de China, y se replicó en Europa, donde el índice FTSE 100 del Reino Unido, el DAX alemán y el CAC 40 francés también abrieron a la baja, reflejando el impacto de las preocupaciones económicas transatlánticas.
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Si bien muchos se sorprenden por este temor internacional, debemos recordar que a finales de junio del presente año, el FMI (organismo de vigilancia económica mundial) adoptó una postura crítica respecto a la política comercial agresiva de Estados Unidos. Aunque la definió como “robusta, dinámica y adaptable”, también advirtió que su estimación de crecimiento sería menor. La respuesta de un Estado en un periodo de declive en la actividad económica incluye medidas como estímulos fiscales (aumentar el gasto público y realizar recortes a los impuestos) y políticas monetarias expansivas (reducción de tasas de interés y compras de activos por parte de la Reserva Federal). El tiempo de recuperación puede variar según las circunstancias específicas de cada recesión.
El concepto de que la economía está interconectada refleja la realidad de que las economías están integradas, independientemente de su ubicación geográfica. La desaceleración económica en un país grande, como Estados Unidos, puede afectar economías de terceros países, como es el caso de Colombia, donde los ingresos se ven afectados por la dependencia de las exportaciones. Además, los movimientos en las bolsas de valores, tasas de interés y tipos de cambio en un país pueden provocar reacciones en los mercados financieros globales. Por ejemplo, si EE.UU. opta por aumentar las tasas de interés, el dólar puede apreciarse, lo que a su vez podría incrementar la deuda externa de Colombia.
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La interconexión económica global implica que cualquier evento que suceda en un lugar del mundo podrá repercutir en el resto. Bajo este panorama, los analistas continúan evaluando el comportamiento de la potencia americana, los datos económicos y las políticas de la Reserva Federal. La atención debe estar centrada en los próximos informes económicos y en las declaraciones de los responsables de la política monetaria en el mundo para determinar el impacto de la economía estadounidense y, con ello, la dirección en la que Colombia debe operar.
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