Por Henry Rengifo

Hace apenas unos días el alcalde Hurtado escribía un tweet en el que daba instrucciones claras a su equipo de gobierno: “recuperar la confianza de los ibaguereños. ¡Toda la pasión y el compromiso!”.

Seguramente la mayoría de los que leyeron el mensaje se pudieron haber llenado de optimismo. Por fin, el alcalde había comprendido que la confianza por parte de un sector de los ibaguereños sobre su gobierno, estaba por el piso. Entonces, lo de ‘recuperar confianza’ sonaba esperanzador.

En Consejo de Gobierno, tomamos decisiones para avanzar en el cumplimiento de metas de nuestro Plan de Desarrollo #IbaguéVibra y revisamos situaciones puntuales de la ciudad. Mi instrucción es clara: recuperar la confianza de los ibaguereños. ¡Toda la pasión y el compromiso! pic.twitter.com/F9kZzhgzbV

— Andrés Hurtado 🇱🇹 (@Andreshurtado_7) February 27, 2021

Para infortunio de la ciudad y del mismo Alcalde, la dicha del anuncio de invitación a ‘recuperar confianza’ terminó como terminan los tantos mensajes cargados de demagogia que a diario pronuncian los gobernantes: en nada.

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En menos de ocho días el alcalde Hurtado echó por la borda semejante instrucción de ‘recuperar confianza’. De manera equivocada, en otra de sus acostumbradas salidas toscas, se fue lanza en ristre contra 4 concejales que anunciaban conformar un bloque de oposición para hacer lo que por años dejó de hacer el Concejo de Ibagué: verdadero control político.

Descalificaciones burdas como ‘vacas muertas atravesadas en la vía’ o ‘este grupo que por fin salió de la madriguera’, dejaron en evidencia que el alcalde Hurtado desconoce la esencia de la función primordial que debe  cumplir un Concejo Municipal.

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Si algo le faltó a Ibagué en los últimos 4 periodos de alcaldes, es el de haber contado con un Concejo independiente del ejecutivo. Si la actuación del Concejo durante todo este tiempo hubiera sido de compromiso absoluto con Ibagué, sin duda muchos de los problemas con origen en la ineficiencia y corrupción se habrían evitado, y la ciudad sería distinta a la que hoy tenemos.

Un Concejo vigilante y exigente habría evitado el panorama desolador que en la actualidad se observa con la malla vial; Un Concejo vigilante y exigente habría evitado que hoy Ibagué tenga una situación incierta sobre el Ibal; un Concejo vigilante y exigente habría evitado la debacle de los escenarios deportivos; un Concejo vigilante y exigente habría puesto la lupa en la contratación desbordada de las últimas administraciones, ejemplo la de Guillermo Alfonso Jaramillo que contrató en su periodo una cifra superior a los 140 mil millones de pesos y la de Hurtado que en su primer año ya lleva contratado arriba de 24 mil millones. Es la plata de los impuestos y para ayudarla a cuidar, está el Concejo. Por eso bienvenido el anuncio que hacen los 4 concejales de la oposición.

 La mejor oportunidad que tuvo el alcalde Hurtado para que la instrucción que impartió de ‘recuperar confianza’ se hubiera impregnado de credibilidad, se la  brindaron estos cuatro concejales. Era una decisión de sentido común haberles otorgado todas las garantías a que tienen derecho como oposición, consagrada en la ley. Pero hizo lo contrario, su frase estelar ‘recuperar confianza’, que estaba destinada a rescatar la credibilidad como el tesoro más preciado de un gobernante, quedó pulverizada. Así las cosas, pareciera que el alcalde Andrés Hurtado se empecina y se resiste a encontrarle norte a su alcaldía.

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Adenda. Con motivo de lo ocurrido en el estadio Manuel Murillo Toro donde se hicieron denuncias de una supuesta fiesta en la que participó el alcalde Hurtado y allegados, alguien me escribe del “por qué tanta crítica hacia el alcalde, que lo dejemos trabajar, que somos los únicos en criticarlo y que ningún otro medio es tan cargado contra el alcalde como nosotros”.

Mi respuesta fue que a los medios que se refería, que no mencionó cuáles, razones tendrán para no ocuparse de temas precisamente como el ocurrido en el estadio o el enfrentamiento con los concejales de la oposición, y que de pronto podría obedecer al temor de perder la pauta publicitaria.

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