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Aquellos grandes clásicos de Semana Santa
Por Oscar Viña Pardo.
Desde que tengo memoria, uno de los mejores planes para los días santos era el repetir los clásicos de las grandes series de la biblia. Benhur, Moisés, Josué, el Arca de Noé, Los 10 Mandamientos, Los Últimos Días de Jesús, eran parte de ese menú familiar donde todos sentados en la sala compartíamos del banquete que preparaban los tres únicos canales de la época (año 1979).
Las jornadas iniciaban con una tamalada, chocolate y pan mariquiteño. Avena con buñuelos y una buena “huevonada”. Las tías iban a la plaza a comprar el pescado seco, nicuro, bagre, capaz, ese que se comía de manera sagrada el Jueves, Viernes y Domingo santo. En el caso nuestro en la casa de Interlaken nos reuníamos mi madre, los abuelos y nueve tíos con sus parejas e hijos.
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El tiempo fue cambiando. Los encuentros eran ya en fincas donde compartíamos con los mismos rituales gastronómicos. Pero se disfrutaba de una piscina. Sin embargo, el viernes santo no podíamos bañarnos porque nos podíamos convertir en peces. Y los tíos que querían tener… se podían quedar pegados.
Las películas con los pasajes de la Biblia y sus personajes pasaron a un segundo plano, poco o nada atrae a los nuevos lectores estas cintas clásicas que aún a muchos de nosotros nos hacen llorar como la Josué. Nuevas historias también refrescan la pantalla con actores de ese momento que son vibrantes como María Magdalena. Lo único cierto es que para muchos comer pescado seco el viernes y ver la crucifixión de cristo seguirá siendo parte del menú cada año cuando se celebra la Semana Santa.
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