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Un testimonio que destaca la sede El Limonar del Federico Lleras

Un testimonio que destaca la sede El Limonar del Federico Lleras

Por: Humberto Leyton


Con todo el valor y dignidad, un viejo y fraternal amigo que me pidió la reserva de su nombre, resiste una grave enfermedad en una de las camas del hospital Federico Lleras Acosta, sede El Limonar.

El hecho trasciende más allá de una simple visita hospitalaria. Es el experimentar el dolor y la tristeza que se siente ver a un amigo postrado e incapacitado para ejercer plenamente sus funciones como ser humano; el paciente, por encima de las circunstancias que vive en su complicado estado de salud, se  nota interesado por los eventos políticos y el destino del departamento y su capital.

Reconoce el avance en materia de salud con el rescate de la clínica de El Limonar, que se encuentra en pleno funcionamiento prestando atención en todas las especialidades como: cancerología, cardiología, urología, medicina interna, enfermedades respiratorias, hepatología, neurología, reumatología,   entre otras.   

Acompañado de Patricia, su esposa y eterna compañera, destaca el servicio que presta la sede El Limonar del Feérico Lleras, un hospital de cuarto nivel, que rescató de su muerte el actual gobernador del Tolima Ricardo Orozco. Mi amigo y su esposa, recuerdan cuando las telarañas y espesas capas de polvo estaban consumiendo la edificación por la que nadie daba un peso.

Hoy, en medio de la tristeza y la soledad que produce la visita a un amigo agotado por su enfermedad; contradictoriamente aparecen destellos de reflexión en medio del sufrimiento, mientras él narra con lucidez la excelente atención que ha recibido del personal médico y paramédico del hospital, como de la tecnología de punta que tiene el centro asistencial. “No tiene nada que envidiarle a ningún hospital de Colombia. Estoy recibiendo una atención que nunca he tenido en otros hospitales en lo que he estado por mi enfermedad”, me dice.

Pese a su estado de salud, le interesa más hablar de los avances y los servicios que presta la institución, que benefician a la población entera antes que hablar de su enfermedad. Y sus palabras tienen la certeza de la verdad. Por primera vez,  puede constatar que efectivamente la rehabilitación de la sede El Limonar del  Federico Lleras es una realidad, y que esta primera visita que realizó después de su rehabilitación, me llena también de confianza en un mejor futuro para la salud pública del departamento.    

Dentro de las sorpresas que da la vida, existe esta donde la adversidad muestra su cara amable y hace que la pesadumbre sea más llevadera, cuando se ingresa a laberintos desconocidos como el albur vida-muerte, donde la salud está de por medio.

Pero mi amigo va más allá, no olvida que las cosas se realizan porque existen personas que con sus errores y aciertos están frente a los proyectos como el de la sede El Limonar, y me solicita: “Usted que puede como amigo del gobernador Orozco, cuando hable con él, dele mis agradecimientos por esta obra”.

Este testimonio es el reconocimiento, independiente de la posición política que se profese, de un proyecto que se ha convertido en realidad, y que pronto el séptimo piso de esa institución entrará en servicio para completar la obra, en la que se han invertido cerca de 100 mil millones de pesos, para prestar un servicio vital a la ciudadanía.

La vida está íntimamente ligada con los servicios de salud y estos deben  considerarse un derecho fundamental de los ciudadanos garantizados por el Estado; y eso, precisamente, son las aspiraciones de mi amigo desde su lecho de enfermo, que sin ninguna clase de egoísmo, quiere reconocer a los funcionarios que cumplen con su deber como en este caso.

Quiero valorar en toda su extensión, la actitud de mi amigo, quien deja de lado su propio estado de salud para abogar por los demás y reconocer los avances de la actual administración departamental en el campo de la salud.

La visita que realicé a mi amigo me trajo dos satisfacciones: la primera, conocer una faceta que nunca le conocí cuando gozaba de plena salud, ese desprendimiento para no solo pensar en él sino en los demás; y segundo, ser testigo de una realidad, entendiendo que sobre las ruinas de una edificación se levanta uno de los mejores hospitales del país.

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