Por Oscar Viña Pardo

A inicios del siglo 21 el olor a pescado seco en las plazas del país era predominante, aun se vivía con la costumbre de comer solo pescado en la Semana Mayor. Pero los tiempos han cambiado y los vendedores de las plazas empezaron a devolver el alimento insignia para estos días, el pescado seco. Su precio sumado a la poca demanda por parte de los jóvenes ha hecho que reintegren el producto a los mayoristas. 

Los mayoristas de la ciudad a su vez extienden la cadena de comercialización con las carretillas que pasean por los barrios, y se escucha al vendedor gritar desde muy tempranas horas del día, pescao, pescao, pescao seco.  – A cómo la libra? Pregunta un vecino. A 17 mil del carnudo responde Juan, y el más “barato a 12 mil pesos” tiene poca carne, pero su sabor es el mismo. 

Las plazas están repletas de gente, y pescados como cachama, mojarra, nicuro, bocachico bagre, tilapia se venden como dulces en casi todos los rincones de las galerías y sus alrededores; en la 14, la 21, la 28 y el Jardín se aprecia este producto en cantidades. De acuerdo a la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca se espera comercializar en estos días un 12 al 15% más de venta que el año anterior en diferentes tipos de pescado y sus precios van desde los 5 mil pesos la libra como en la mojarra, 7 mil 500 el bagre rayado del río grande de la Magdalena, o 12 mil pesos en el seco, pero paludo.   

“En Colombia el consumo anual de pescado es bajo, si lo comparamos con otros países de la región como Perú, donde el consumo promedio per cápita supera los 21 kilos, por encima del promedio de América Latina y el Caribe, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)”, dijo la entidad.

El 83% del pescado consumido en Colombia proviene de otros países, y nuestra producción depende de métodos artesanales con un 25% e industriales con mayor rango de acción. Comemos entonces pescado del  Vietnam 25%, Ecuador con 18%, Chile 17%, Trinidad y Tobago 8%, China 6%, Argentina 5% y Estados Unidos con 4%, infomó la AUNAP. 

Los vendedores de las plazas se quejan, la falta de autoridad por parte de Infibagué hace que el caos por estos días reine en estos espacios, los tradicionales están cansados de pedirle a la alcaldía control no tanto a ellos sino a los foráneos que hacen su agosto a costillas de quienes todo el año están vendiendo su producto y repiten una y otra vez que Infibagué solo aparece para cobrar mes a mes y nada más. 

Juan seguirá recorriendo con su carretilla las calles de Ibagué, buscando nuevos clientes en los barrios donde consigue el hielo cuando este se derrite para seguir conservando así la cadena de frío. No nos dice cuanto hace en esta temporada, pero sonríe y al despedirse vuelve a entonar su frase de la semana, “pescao seco, pescao seco”.