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Morir en semana santa, todo un calvario
Todo un calvario resulta para los familiares la muerte de un ser querido en la Semana Mayor. Los católicos desde el jueves se concentran en las diferentes celebraciones que realizan las iglesias de la ciudad, haciendo que no puedan hacer la misa de la cristiana sepultura a la que estamos acostumbrados en las iglesias.
Y por más que se tenga palanca es imposible realizar estas ceremonias litúrgicas, porque el tiempo no alcanza. El jueves empieza con la eucaristía para los enfermos, luego la celebración de la cena del señor, lavatorio de los pies, procesión al monumento y la hora santa.
El viernes arrancan con el Solemne viacrucis, luego la celebración de la muerte del señor y la predicación de las siete palabras y termina con la predicación de la soledad de María. El sábado está la celebración de la solemne vigilia pascual, acompañado del Rosario de aurora que lo componen además el Sermón de la soledad, la procesión con la dolorosa, culminando con la solemne vigilia pascual al término de la procesión.
El domingo de resurección la eucaristía solemne de pascua se hace en los horarios establecidos en cada iglesia llegando inclusive a 7 misas, que se suman a la procesión del resucitado, una ceremonia rodeada de muchos feligreses y que concentran la atención de los sacerdotes de la ciudad.
La familia entonces tiene la opción de los templos de los cementerios para ese último adios, una misa bonita que tiene otros ingredientes en el caso del jardín de los Olivos y es la caída del agua en el templo, la serenata de los pájaros en la ceremonia que amilanan un poco ese dolor en el último adiós. Es cuestión de acomodarnos a las circustancias nada faciles en esos momentos donde se celebra la semana mayor.
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