En el popular barrio La Francia de Ibagué, aún sus amigos de infancia y adolescencia, como el exfutbolista Marco Antonio Casas recuerdan a Camilo Castellanos como el ‘intelectual’ del grupo. Mientras ellos jugaban, Camilo se dedicaba a la lectura. Lo veían que era el inteligente.

Egresado del colegio San Simón, marchó a Bogotá a estudiar derecho y allí se convirtió en un reconocido luchador por la paz y la justicia social.

El investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional, Rodrigo Uprimny en su columna de este domingo en El Espectador le rinde un merecido homenaje: “Camilo Castellanos, fue un intelectual inmensamente apreciado y respetado por las organizaciones populares y el movimiento de derechos humanos. En esos espacios tuvo roles muy importantes: fue director de Cien Días, que ha sido una de las principales revistas alternativas. Fue también director del programa de Paz y Derechos Humanos del Cinep. También dirigió por varios años ILSA, una importante organización de derechos humanos. Coordinó igualmente la Red Interamericana de Derechos Humanos Democracia y Desarrollo y el proyecto “Vamos por la paz”.

Agrega el profesor Uprimny que “Castellanos fue un intelectual orgánico de las resistencias populares, esto es, en cierta forma, del contrapoder. Castellanos defendió una izquierda democrática”. Dice, refiriéndose tanto al exministro Guillermo Perry, fallecido en estos días, y a Camilo Castellanos, que los dos “dedicaron su vida y su inteligencia a la defensa de lo público, cuando hubieran podido usar su gran talento y rigor intelectual para el enriquecimiento personal”.

Fueron pulcros e íntegros. Defendían con vigor y rigor intelectual sus principios, pero sin que eso los llevara al dogmatismo y a la intransigencia, porque estaban abiertos al diálogo y a discutir sus posiciones y a variarlas si los convencían.

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Eso lo viví con Camilo, con quien compartí muchas reuniones y discusiones. “Y es que desde orillas distintas, Perry y Castellanos encarnaron, cada cual a su manera, esas virtudes democráticas que Colombia necesita: compromiso con lo público, rigor intelectual, integridad, defensa de los principios, pero con apertura al diálogo y a la búsqueda de acuerdos, sin negar las diferencias”.

Diana Sánchez Lara, amiga de Camilo Castellanos en su cuenta de Facebook dice que “Camilo era sarcasmo, ironía, interpretación... Creía profundamente en los saberes y sectores populares. Su devoción partía de la democracia y amaba la investigación social, así como la edición de libros... Para quienes le amábamos, admirábamos y reconocíamos, era sonrisa, afecto, amistad, bondad y tranquilidad.  Nos harás mucha falta Cami. A donde hayas ido, estarás presente”.

Por su parte el Colectivo de Abogados ‘Alvear Restrepo’, en su mensaje destaca que Camilo será recordado como un hombre sencillo, brillante académico e investigador, luchador incasable por los derechos sociales del pueblo colombiano. “Gracias Camilo por tu agudeza, espíritu crítico y alegría, tu legado siempre presente en nuestras luchas por los derechos, la paz y la integración latinoamericana”.

Sus quebrantos de salud de Camilo Castellanos (Ibagué 1950-2019), empezaron durante su reciente periplo por Europa, Francia y Ginebra, en donde participó como coordinador del proyecto ‘Vamos por la Paz’, ante el Consejo de Derechos Humanos de ONU.

En la eternidad se ha encontrado con otro de sus grandes amigos, otro gran ibaguereño, que se fue el año anterior, Carlos Lozano.