En medio de la preocupación por la propagación del dengue, una de las medidas más efectivas para combatir la epidemia se centra en la prevención mediante la eliminación de criaderos de mosquitos Aedes aegypti, responsables de la transmisión de la enfermedad. En este contexto, el lavado regular de albercas y la erradicación de depósitos de agua limpia emergen como acciones fundamentales para proteger la salud pública.

Las albercas, a menudo, pueden convertirse en criaderos ideales para los mosquitos, ya que proporcionan un ambiente propicio para la reproducción. El agua estancada, combinada con las altas temperaturas, crea condiciones favorables para que los mosquitos depositen sus huevos. Por esta razón, es crucial implementar prácticas de limpieza regulares en estos espacios.

La secretaría de Salud a través de la Dirección de Salud Pública, encargada de las enfermedades transmitidas por vectores insisten en la importancia de vaciar, limpiar y cepillar las albercas de forma periódica. Este proceso no solo elimina los posibles criaderos de mosquitos, sino que también contribuye a mantener el agua en condiciones higiénicas para aquellos que disfrutan de actividades acuáticas.

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Además, no debemos pasar por alto la necesidad de eliminar cualquier depósito de agua limpia que pueda acumularse alrededor de nuestras viviendas. Jarrones, platos de macetas, neumáticos viejos, y otros recipientes que retienen agua representan un riesgo significativo. Estos lugares se convierten en sitios ideales para que los mosquitos depositen sus huevos y se reproduzcan, contribuyendo así a la propagación del dengue.

En la campaña Ojo contra el dengue, se destaca la responsabilidad individual y comunitaria en la lucha contra el dengue. Es imperativo que cada ciudadano asuma un papel activo en la eliminación de posibles criaderos, contribuyendo así a la reducción de la población de mosquitos y, por ende, a la prevención de esta enfermedad.