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La contaminación auditiva de Ibagué

La contaminación auditiva de Ibagué

El bullicio no es solo de los almacenes formales que sacan sus cabinas de sonido a sus puertas o andenes para promocionar sus ventas, sino hasta que los pordioseros se han modernizado y cargan  altavoces para pedir limosna. 

Y qué decir de los vendedores de mazamorra, tamales, vidrios para celulares, buñuelos, bizcochos de achira, forcha,  verduras y mercado en general,  que en sus carretillas tiene instalados equipos de sonido o cargan megáfonos para anunciar sus productos.

Los conciertos de bocinas, además de los pitos de los carros, comienzas antes de las 6 de la mañana y terminan entrada la noche. Se escuchan hasta en los pisos de los edificios más altos de la ciudad. Es una cantaleta que desespera: no ha pasado el vendedor de los aguacates cuando ya se escucha el de los limones, y así sucesivamente. El ruido es fastidioso e insoportable en ocasiones. 

No sabemos cuántos decibeles genera este bullicio, pero si las consecuencias que tiene para la salud  y que números organismos nacionales e internacionales comenzando por la Organización  Mundial de la Salud (OMS), han declarado de forma unánime que el ruido tiene efectos muy perjudiciales para la salud. 

“Estos perjuicios varían desde trastornos puramente fisiológicos, como la conocida pérdida progresiva de audición, hasta los psicológicos, al producir una irritación y un cansancio que provocan disfunciones en la vida cotidiana, tanto en el rendimiento laboral como en la relación con los demás. La lista de posibles consecuencias de la contaminación acústica es larga: interferencias en la comunicación, perturbación del sueño, estrés, irritabilidad, disminución de rendimiento y de la concentración, agresividad, cansancio, dolor de cabeza, problemas de estómago, alteración de la presión arterial, alteración de ritmo cardíaco, depresión del sistema inmunológico (bajada de defensas), alteración de los niveles de segregación endocrina, vasoconstricción, problemas mentales, estados depresivos”, dice un documento publicado por un portal especializado en estos temas.

Es el momento en que la Alcaldía de Ibagué, Cortolima y las autoridades encargadas del control de la contaminación auditiva le pongan freno a este desorden que está perjudicando a muchos ibaguereños.

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