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La carro terapia: un placer heredado

La carro terapia: un placer heredado

Por Óscar Viña Pardo

No sé si la tradición en la familia la inició mi tío Carlos Orlando o mi madre, lo único cierto es que esta terapia nos hace sentir más vivos que nunca, siendo el centro de atención de extraños que tienen como única misión, cumplir con sus metas del mes y el acumulado del año, vender el mayor número de unidades.

La carro terapia consiste en la visita a todos los concesionarios de la ciudad con el objetivo de mirar el automóvil de los sueños, como es de los sueños se deja en ese plano de la vida; pero se requiere para esta tarea placentera y familiar tener unos parámetros como son precio mínimo, que puede ser ya a estas alturas y con tantos ceros de 70 millones de pesos en adelante. Otras características como el cilindraje, color, tipo de carrocería, cojinería en cuero y tipo de caja.

La carro terapia tiene además un tiempo establecido que puede ser  de dos semanas, visitando cuatro establecimientos al día como mínimo,  el fin de semana preferiblemente, y si se puede sentar en más carros nuevos, mucho mejor, porque la parte de soporte nuestra,  quedan oliendo a carro nuevo. Por eso el pantalón que se ponga debe estar con olores neutros, para que el olor a nuevo tenga la posibilidad de penetrar toda la ropa puesta desde la mañana.

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Otra sensación maravillosa de esta terapia esta precisamente en el test drive, sale usted conduciendo ese auto por las calles de la ciudad y la gente empieza a saludarlo, y siente que las orejas se le calientan. Ya la sensación de que están hablando de usted se convierte en otro elixir.  (¿Viste quien va a comprar carro?). Eso es una maravilla que ayuda sobre todo en momentos en que tenemos baja la nota.

Al finalizar la jornada, usted está hiperactivo de todos los tintos y agua ofrecidos por los asesores comerciales, que son además en su mayoría excelentes profesionales. Toman nota de su inicial, ponen a la mano posibles empresas para la financiación del saldo, le regalan a uno el Soat, otros la caja de herramientas, otros llaveros y hasta cachuchas.  Todos le dicen “dotor” y usted se la cree, así sean como yo comunicadores sociales periodistas, pero en esos momentos los “dotores”.

Lo único malo de la carroterapia es que al final de la jornada  usted no sabe por cuál decidirse en el sueño, y la llamadera permanente de los asesores que tienen que cumplir con esta tarea, al fin y al cabo quien lo mando a usted a decir que quería comprar carro nuevo. 

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