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Ibagué en el abandono mientras el Alcalde piensa en reelección

Ibagué en el abandono mientras el Alcalde piensa en reelección

El deterioro y abandono del parque Murillo Toro de Ibagué es evidente.

La politiquería que de manera incesante respira Ibagué es la causante del incremento desbordado de la invasión del espacio público. Difícil hoy el libre tránsito de las personas por las principales calles o cuando de atravesar escenarios como el parque Manuel Murillo Toro y la plaza de Bolívar, se trata.

El fenómeno no es nuevo. Desde hace años los gobernantes de turno en contubernio con algunos concejales han permitido que la zona céntrica de la ciudad se convierta en el mercado persa que todos conocemos, pero que en la alcaldía del cuestionado Andrés Hurtado, se ha exacerbado sin límites.

En la actualidad, sus principales calles y parques públicos se encuentren tomados por venta de toda clase de cachivaches y de fritanguerías sin ningún control por parte de las autoridades. Oficinas como la de Espacio Público o la secretaría de Salud Municipal que tiene que ver con el control sanitario, brillan por su ausencia.

Las causas que argumentan las autoridades para permitir la toma del espacio público siempre es la misma: el desempleo, pero tras de ello se esconde la verdadera causa: la ineficiencia y politiquería. Los vendedores ambulantes son usados como carne de urna en las elecciones por dirigentes inescrupulosos con el fin de aspirar a los cargos de elección popular, en este caso, la alcaldía y el concejo municipal.

Así lucía en la mañana de este jueves el Parque Murillo Toro


En esta alianza de informales y politiqueros, se ha construido un maridaje indisoluble que hace imposible organizar y recuperar el espacio público, porque este entra a formar parte de la repartija, donde las mafias que dirigen a los ambulantes y controlan verdaderamente los espacios de la ciudad, se hacen inexpugnables debido a las alianzas electoreras que se tejen entre politiqueros y los invasores del espacio público.

A esto se le agrega que Ibagué es la ciudad preferida de todos los vendedores informales que llegan de todas partes del país, pues ellos saben que aquí no existe control de ninguna especie y que debido a la falta de autoridad, la llamada Ciudad  Musical de Colombia, se convierte en el paraíso de las ventas ambulantes, donde el centro termina como plaza de mercado pueblerino, y sus parques y calles en fritanguerías de baja estofa. Por ejemplo, ningún parecido con el municipio de Lérida. Indudablemente allá hay más orden.

A un año de las próximas elecciones, seguramente ya habrá pactos con los que dirigen y controlan a los vendedores ambulantes, con el fin de garantizar la clientela electoral para la candidata que el alcalde Hurtado pretende que lo suceda, mientras la ciudad se hunde en el abandono absoluto.

Esta situación no solo va en contra del comercio organizado, sino en detrimento de la misma ciudad, que a los ojos de propios y extraños es vista como un muladar donde no solo falta orden y autoridad, sino que su futuro es incierto. Es estar condenada a parecerse más a una ciudad sin doliente, que a una capital erguida de ocobos y encantos.

Aspecto de la plaza de Bolívar llena de puesto de fritanga, donde transitar es una odisea.


Aquí, apenas una pequeña lista de lunares que hoy desdicen de la ciudad señorial y acogedora con la que los ibaguereños sueñan.

- Parque Murillo Toro: el deterioro físico es deprimente, además tomado por la informalidad. 
- Plaza de Bolívar: situación igual o peor que el Parque Murillo Toro.
- Carrera Tercera: lo que debería ser un corredor cultural, terminó en un mercado persa, donde impera el descomunal ruido y la suciedad. 
- Plazoleta Darío Echandía: Oscura, lúgubre y basura por todos los lados. Ojalá el café ‘Dos Molinos’ perdure en el lugar.
- Parque de la Música: Se quedó sin encanto. Abandonado.
- Concha Acústica ‘Garzón y Collazos: Deprimente. El abandono es total.
- La calle 19: Los bajos del puente sobre la carrera 5ª, es una imagen dantesca. El separador entre la 4ª y la Terminal de Transportes pasando por el Parque Andrés López de Galarza, es una vergüenza, es como si la ciudad no tuviera Alcalde.
- Las entradas y salidas de la ciudad, en un abandono completo, feas, los separadores en una dejadez que espanta.
- El tramo entre el Puente del Sena y la Glorieta de Mirolindo (vía central, vía de mostrar), separadores abandonados, los ornatos sin mantenimiento, el pavimento totalmente roto.

Es lamentable que Ibagué con todo el potencial para convertirse en epicentro turístico, desde la Alcaldía no haya la voluntad política de empezar por lo primordial: volverla una tacita de cristal. Ahora hay que cruzar los dedos para que el panóptico lo mantengan siempre resplandeciente. Algunos dirán que también es cuestión de cultura ciudadana. Por supuesto que sí, pero los programas de cultura ciudad deben ser liderados desde la Alcaldía. Ni eso.

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