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Ibagué contra la corrupción

Ibagué contra la corrupción

Exconcejal Rubén Darío Correa, afirma que casos como la mansión que construye el alcalde Hurtado, son las razones por las que Ibagué debe reaccionar.

Los ibaguereños se cansaron de los malos gobiernos. La convocatoria que realizan los sindicatos de trabajadores agrupados en las principales centrales obreras no debe ser vista como una protesta de las muchas que se organizan.

La protesta de este miércoles 3 de agosto tiene una lectura especial: no se trata de una protesta cualquiera. La de hoy tiene la marca del cansancio, del hastío por la ineficiencia, por la desidia, por la corrupción. El desaliento de los ibaguereños ya llegó a su máximo nivel. “En Ibagué no aguantamos otro mal gobierno”, es la frase que ha empezado a tomar fuerza por estos días como resultado de lo que está viviendo la ciudad.

Sin querer, el paro de los transportadores se ha convertido en la ventana perfecta por donde se han puesto al desnudo todos los problemas que padece la ciudad porque simple y llanamente ha sido mal gobernada.

Ibagué convertida en un infierno

Lo que hoy se palpa en la ciudad es deprimente. El exconcejal de Ibagué Rubén Darío Correa afirma que el alcalde Hurtado “convirtió a Ibagué en un infierno”. Tiene razón, con Hurtado fue la tapa.

Correa en su argumento para demostrar que Hurtado convirtió a Ibagué en un infierno hace un recuento de los casos de escándalos más sonados durante la que será en menos de cinco meses la peor administración en la historia de la ciudad.

Le recuerda Correa a Hurtado, “los piques ilegales del aeropuerto Perales y la burla a la justicia en ese proceso que por dilación originó el vencimiento de términos con los que evadió la condena.

Por utilizar el estadio para una fiesta privada familiar. Por la estafa del Jamming Festival. Por la operación, que por fortuna se le cayó, por 27 mil millones en la que quería privatizar el Parque Centenario. Por el arboricidio de los Samanes del Centenario. Por las licitaciones amañadas de mala calidad y sobrecostos como el puente de la 60 y el Coliseo Mayor. Por incumplir con la terminación de las piscinas olímpicas de la 42 y el tejódromo. Porque llegó a enriquecerse, por ejemplo, con la mansión de Reservas del Campestre. Por los sobrecostos en las fiestas y haber hecho el peor festival folclórico de la historia de Ibagué. Por dejar endeuda la ciudad, quebrada y destruida. Por el oscuro atraco a la ciudad con la entrega a dedo del recaudo del sistema estratégico de transporte por 16 años a empresarios foráneos en contra de los microempresarios del transporte local”.

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