Parece que las diferencias entre alcaldia de Ibagué y gobernación del Tolima son de nunca acabar. Las declaraciones del director de Coldeportes Ernesto Lucena a medios nacionales dejó estuperfacto a más de uno cuando afirmó que la administración seccional se postuló para dejar el departamento como sede de los juegos nacionales 2023, aspiración que hizo oficial en febrero la alcaldía.  

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El desgaste administrativo para Coldeportes y sus funcionarios que no salen de su asombro por el actuar como islas independientes de las dos máximas entidades del departamento deja nuevamente en evidencia la fractura que existe entre Óscar Barreto Quiroga, gobernador y Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, alcalde. 

Cuando se consiguió la designación de los fallidos juegos del 2015, las dos organizaciones fueron en conjunto y pese a los malos resultados en materia de infraestructura  y consolidación de escuelas deportivas para la región se posibilitó esa decisión que en su momento se realizó con bombos y platillos en Chaparral por parte del presidente de entonces, Juan Manuel Santos. 

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Lucena expresó que el comité estudiará las dos postulaciones y en mayo darán a conocer la sede o sedes 2023. Pero en su entrevista cuando manifiesta que los juegos son la dignificación del deporte colombiano y que era necesario un consenso, queda en entredicho la posibilidad de una reivindación del gobierno nacional con algo que fue y sigue siendo desastrozo para los tolimenses y en especial para los ibaguereños. 

La salida del mandatario seccional no se hizo esperar, Barreto Quiroga indicó que se trata de una cartica de disposición del departamento. Esa carta dice el motivo del porqué más bien si no se hace un lobby político fuerte puede pasarnos la cuenta de cobro, porque no se demuestra la confianza pública integral, tal como lo aseveró Juan Pablo Salazar, presidente del Concejo quien a su vez arremetió contra el gobernador por oportunista en la contienda electoral que se avecina.