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Génesis de las candidaturas tolimenses

Génesis de las candidaturas tolimenses

Por: Alberto Bejarano Ávila

Todo cuanto sabemos de política los tolimenses, deriva de una mala enseñanza y un peor aprendizaje del significado de lo político y que por tanto debemos “desaprender” el nefasto politiqueo y “reaprender” lo correctamente político. Ahora añado que, si nos negásemos a ese reaprendizaje, en el Tolima jamás existirá autoridad ideológica y todos seguiremos estilando una dialéctica de “verdades políticas” que al confrontarse con la cruda realidad se demuestra que no son verdades sino un recurrente refrito de mentiras.

Sin duda es reconstruyendo la base genética de las precandidaturas y candidaturas para el próximo octubre 27 (o 2023), cómo podríamos demostrar que fuimos capaces de sepultar la vieja política y reinventar la nueva, que la mentira electoral no seguirá siendo levadura de tanta aberración teórica y ética que arruinó nuestra historia y sacrificó a generaciones enteras de tolimenses y que nunca más la clase política podrá contradecirse prometiendo desarrollo a la vez que con sus actos ocasiona subdesarrollo mental, moral y económico.

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Verdad es que los precandidatos y candidatos no son en sí mismos actores protagónicos del progreso; esa es fábula urdida en aquella mentira electoral. El verdadero ADN de la genética de la prosperidad lo portan los líderes de cada una de las ramas de las ciencias económicas y sociales. Sólo ellos, sabiéndose actores ciertos del desarrollo, lograrán que las economías pública, privada y social, en simétrico equilibrio, se retroalimenten recíprocamente y logren que el crecimiento económico vaya a la par del bienestar de todas las personas.

Recuerdo bien que en los albores de la hegemonía clientelista, sus biliosos cabecillas decían que la política era asunto de políticos y no de líderes sociales, académicos y económicos. La cínica tesis, propia de electoralistas y pillos, es una blasfemia para quienes vemos la política como un medio para construir un Tolima socialmente justo, moderno, próspero y decente.  Como tan impúdica tesis aún pudiera ser cadena mental (recordemos el cuento de la cadena del elefante) entonces deberíamos aceptar que lo dicho por De Gaulle, no es chiste sino una inequívoca verdad: “la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos”.

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Los dirigentes sociales y económicos como gestores de desarrollo, o lo mismo, como actores políticos en su más hondo y estricto sentido, saben cuáles son las inadmisibles realidades y cuáles las realidades deseables en sus respectivos campos y por ello tienen claro qué tendría que demolerse y qué construirse. A ellos nadie, y menos un candidato neófito, debe decirles cuál es la vía a seguir y son ellos quienes pueden y tienen que indicar los “mil caminos” que convergen al desarrollo regional. De no ser así, queda “el mono de la pila” para quejarnos.

Claro, el dirigente sectorial también puede contradecirse si confunde su afán personal con el interés común, pues eso no sería visión política sino evidente oportunismo. Sigue...

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