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Gabriel García Márquez y su inolvidable paso por Ibagué

Gabriel García Márquez y su inolvidable paso por Ibagué

Estas imágenes tomadas por el reportero gráfico Javier Amaya para el desaparecido periódico Tolima 7 días de la Casa Editorial El Tiempo dejaron plasmadas para la historia el paso de García Márquez por Ibagué. 

Era octubre de 1995 e Ibagué fue escogida para rodar buena parte de la película Edipo Alcalde, una de las tantas iniciativas que en el séptimo arte lideró el Nobel Gabriel García Márquez, una de sus grandes pasiones. La locación escogida para la grabación fue una casona de la hacienda El Vergel de propiedad de la familia Vila. El siguiente es un fragmento de la nota periodística publicada en Tolima 7 días hace 29 años en la que se registró la presencia del gran Gabo en su paso por Ibagué, tenía entonces 68 años.

De los griegos a Macondo

Jorge Alí Triana se sienta, se levanta, señala, se muerde los dedos de su mano derecha. Listos? le pregunta a Rodrigo, su hijo... Listos, responde. Cámara... rodando... rueda sonido... acción.

Empieza la escena. Se oye un disco muy gastado... Yocasta, paciente, pinta al óleo la figura de un pájaro en un plato de porcelana, junto a un vitral enorme por donde se filtra y pinta de colores la luz del patio.

Su trabajo es de extrema delicadeza. El trazo fino y preciso revela virtuosismo y buen gusto. Tiene un toque juvenil a pesar de su larga túnica de viuda, con el cabello suelto y los labios pintados. Se diría que está alegre.

Yocasta advierte una presencia y alza la vista. Es el alcalde que aparece en la puerta medianera...

Cuando estaba en el exterior, cada vez que me llegaban noticias de Colombia generalmente eran malas. De inmediato pensaba en Edipo Rey , dijo Gabriel García Márquez el pasado miércoles, recostado en una de las barandas de la antigua casona de la hacienda El Vergel, en Ibagué.

El Nobel de Literatura acababa de llegar al sitio donde se filma desde hace 15 días la película Edipo Alcalde, con guión de García Márquez y dirección de Jorge Alí Triana.

Durante su visita el escritor no dejó de sonreír. Tal vez por la seguridad de saber que la película, uno de los proyectos cinematográficos más grandes en la historia del cine colombiano, va a dar mucho de qué hablar.

Si es por el elenco, la crítica coincide en que es de primerísimo orden. Angela Molina, actriz española con una vasta trayectoria, es Yocasta. Y qué Yocasta. Es tan auténtica que parece que fuera la Yocasta de Sófocles.

Y si es por Edipo, quién mejor para interpretarlo que el actor cubano Jorge Perugorría, que saltó a la fama por su papel en la película Fresa y Chocolate. El listado de grandes actores lo completa el español Paco Rabal y, por Colombia, Jairo Camargo y Armando Gutiérrez, entre otros.

Un texto poderoso

Y el entusiasmo y la sonrisa continúa. García Márquez se confunde en un abrazo con Perugorría, y éste le dice que nunca antes había estado tan contento y compenetrado con un personaje como en esta ocasión.

El turno le corresponde a Angela Molina y pasa lo mismo. Cuenta que García Márquez la ha conmovido siempre. La historia es un texto poderoso , dice. Y con mucha naturalidad exclama que hacía rato necesitaba un director así, sensible pero al mismo tiempo generoso. Es una alianza perfecta la que hacen García Márquez y Jorge Alí Triana.

La noche cae sobre la gran casona de la finca El Vergel. Una casa de 200 años escogida por el director para desarrollar la pasión de la película. El resto de escenas serán filmadas en el municipio caldense de Salamina, en Chicoral y Girardot.

Un soñador, un inocente

Para hacer posible el sueño de Edipo Alcalde se acudió a una coproducción entre México, España y Colombia. Es una película que costará algo más de dos millones de dólares y cuyo estreno se espera para marzo del año entrante.

Edipo Rey, considerada hoy como la tragedia griega por excelencia, encuentra en Edipo Alcalde la versión contemporánea en un país como Colombia.

Se acaba la jornada de grabación y Gabriel García Márquez sigue sonriente. Da la impresión de que no se cambia por nadie. Así llegó a Ibagué y así se fue, con una sonrisa de oreja a oreja. Ahí quedaba el otro maestro, Jorge Alí Triana.

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