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En el Palacio de Justicia asustan

En el Palacio de Justicia asustan

Son las 9 de la noche de un martes de luna llena, en dónde hace su ingreso al Palacio de Justicia de Ibagué José, un hombre de mediana estatura, de tez blanca y de ojos saltones, quien saluda al guarda de turno y a un policía que se encuentran en la recepción, y luego se dispone a iniciar una serie de trabajos con su taladro, en uno de los techos de esa estructura antigua, nada más y nada menos que en el piso 13, número cabalístico que para unos es de mal augurio y para otros es un nuevo comienzo.

La serie de historias que compartimos con ustedes  son las que han sentido en carne propia los funcionarios de la rama judicial, policías, visitantes y vigilantes que deben permanecer hasta altas horas de la noche y hasta esta periodista que fue testigo de un hecho paranormal el sábado anterior en el segundo piso, siendo las 11 de la noche aproximadamente.

Ya eran las dos de la madrugada cuando José con su taladro, trabajaba en la demolición de pisos, pese el ruido y el polvo que expelía la máquina y de tener puesto los auriculares sintió la voz de un hombre que le decía …”deje la bulla”…, sin embargo detuvo su labor, salió al pasillo a mirar quien había en las oficinas aledañas, pero no vio a nadie. Continuó con su quehacer, el ruido era incansable por lo que minutos más volvió a escuchar esa misma voz de ultratumba que le decía a grito entero “deje la bulla”; de inmediato sintió una corriente de aire helado cerca de su cuerpo, volteó a mirar y no halló a nadie, por lo que sintió más hielo, mientras tanto su estómago rugía y sus piernas escasamente le dieron para correr despavoridamente bajando las escaleras de los trece pisos hasta llegar al primero. Allí con voz temblorosa y los auriculares en el cuello le contó al vigilante y al Policía lo que había sentido y escuchado…era de no creer.

Siendo las cuatro de la mañana, José aún permanecía sentado en una de las escaleras del primer piso, estático, era como si se hubiese congelado en el tiempo, se abstenía a subir y cuando salió la luz del día, terminó por abandonar la responsabilidad que se le había encomendado, presentando su renuncia de manera verbal.

La bruja del palo de mango

Jueves 3 de junio de una noche lluviosa, eran las 2 de la madrugada, sin embargo, hacia un viento fuerte que golpeaba las ventanas del segundo piso del Palacio de Justicia frente a las salas de audiencias, Guillermo a quien llamaremos al vigilante de turno y que se encontraba en el primer piso, escuchó que uno de los vidrios se había roto, pero cuando se disponía a tomar las escaleras principales de la entrada, para cerciorarse del golpe en seco escuchó un fuerte aleteo al fondo, muy parecido a aquellas aves que hacían su presencia en esas películas de la prehistoria o de los dragones, pero al voltear a mirar en el palo de mango que se movía de un lado a otro, divisó una bruja que se mecía, era una mujer de nariz larga, su rostro no se alcanzaba a divisar perfectamente por la oscuridad, sin embargo  ello no le dio tiempo para persignarse y salir corriendo, de inmediato llegó a la recepción y allí debió tomarse un trago de agua para bajar lo que sus ojos habían observado, el color de su tez lo recobró a los minutos y volvió a la ronda cotidiana.

El suicida del Palacio de Justicia 

No solamente estas historias paranormales suceden al interior de los 13 pisos del Palacio de Justicia, sino que también se ha percibido la presencia de una sombra en el pequeño parqueadero y en plena luz del día. El relato que hizo su vigilante a quien llamaremos Ernesto nos dejó aún más asombrados, es así que siendo las 4 de la tarde de un día entre semana, cuando el sol entraba por el estacionamiento, este hombre cerraba la puerta debido a que un vehículo salía de allí.

Cuando volteó y miró hacia el fondo dónde había una camioneta y un automóvil estacionados, vio como una sombra caminó por entre los dos autos y luego se desvaneció, sin embargo, el corrió para verificar si era algún motociclista que había dejado su vehículo, lo cual para su sorpresa no había nadie y mucho menos motos. Semanas después volvió a observar la misma situación, sin embargo, al correr pudo sentir un frio por todo su cuerpo porque esa sombra que vio no la pudo ubicar de cerca. Pero más asombroso es que uno de los trabajadores que labora en la relatoría de la sala civil, cuya ventana colinda con el parqueadero pudo ver de cerca el perfil de un hombre el cual se desvaneció, quedando atónito con ese encuentro.

De este hecho se dice que se trata de un interno que fue a una audiencia a un juzgado en uno de los pisos altos y en un momento de descuido por parte del Inpec, se lanzó al vació cayendo en el parqueadero.                                                   

La taconera y su andar

Quizás uno de los hechos que mantiene en vilo a policías y vigilantes en las noches, es la presencia de una mujer que recorre los pasillos del Palacio de Justicia con unos tacones delgados, dando la sensación que labora allí y que sale de trabajar bien entrada la noche.

Sin embargo, en una noche tranquila, se encontraban en la recepción un vigilante y un uniformado dialogando, ya habían pasado revista a todos los pisos y habían apagado las luces de la estructura. Una vez terminada la labor de revisar puertas cerradas y ventanas, los dos hombres tomaron un respiro, de repente sintieron que una mujer con sus tacones andaba por el segundo piso, y que se acercaba ellos. Pese al suspenso y el terror voltearon a mirar, cuando percibieron una sombra que bajaba por las escaleras anchas, quedaron atónitos y en shock.

Sus ojos no lo podían creer al notar que esa presencia que no tenía figura se les iba acercando y en sincronía ellos se paralizaron. La reacción del Policía permitió que reaccionaran, ya sus piernas estaban descongelas y corrían al ritmo de Usaian Bold hacia la puerta del Palacio.  

Cuenta uno de ellos al Cronista.co que vivimos una experiencia terrorífica, no supimos si era un hombre o mujer, el caso es que se nos iba acercando por lo que salimos huyendo.

El niño que quiso ser músico 

Alrededor de la una de la madrugada cuando Carlos, un vigilante que se encontraba en la recepción y frente al monitor que muestra cada uno de los pisos del Palacio de Justicia y el parqueadero, se detuvo a mirar que en ese último lugar había un niño vestido con un buzo blanco y un pantalón oscuro, el cual se asomó a una de las puertas que colinda con el estacionamiento.

El vigilante sin embargo se percató que a esa hora era raro evidenciar por la cámara a un menor que se iba desvaneciendo por la rampa del parqueadero y luego traspasó la pesada puerta de hierro, saliendo a la calle y tomando rumbo al Conservatorio de Música.

Carlos, siguiéndole el rumbo al menor de 10 años aproximadamente, vio como ingresó allí, sin embargo, quedó esperando que saliera, pero el niño nunca lo hizo. Procedió a comunicarse con el vigilante del Conservatorio y manifestarle que allí había entrado un niño, pero este le respondió que no había visto nada, por lo que salió a la calle temeroso sin volver a ingresar a las instalaciones.  

El cuarto piso y lo paranormal

Pero no sólo los Policías y vigilantes han sido víctimas de estos hechos de terror ya que en el cuarto piso dónde se encuentra el Centro de Servicios, en el que muchas veces sus empleados trabajan hasta tarde, han sentido la presencia de seres extraños que los están vigilando.

Igualmente les apagan las luces, sus computadores se quedan en blanco o en otros casos sienten que alguien los toca, de inmediato muchos de ellos, han debido interrumpir su trabajo para salir de allí velozmente del susto tan bravo.

En una de las oficinas dice uno de los trabajadores, se sintió a una persona que escribía en una máquina Remintong antigua; se escuchan puertas que se abren y se cierran, y archivadores que se abren y cierran, los pasos de una persona que cansada de vagar por el edificio pide quizás una oración por su descanso eterno.

Recientemente esta periodista en compañía de otra colega, nos dispusimos a bajar al segundo piso al baño, debido a una audiencia que se desarrolló el fin de semana. Eran las 11 de la noche cuando mi colega ingresó y cerró la puerta, pero al salir de allí me alertó de que nos estaban asustando. Indudablemente pudimos palpar cómo se abría una puerta esta “chirriaba” y posteriormente la cerraban con un golpe seco.

De inmediato corrimos, para tomar las escaleras que nos volvieran a conducir al cuarto piso para salir de allí rápidamente, al llegar los policías notaron la descompensación de nuestros rostros, por lo que bajaron a cerciorarse, sin embargo, encontraron las oficinas cerradas y las luces apagadas. No había nadie…

Como estas son muchas las situaciones que especialmente en las noches se presentan en cada uno de los pasillos del Palacio de Justicia y de la que muchos temen hablar por temor a sentirlo de nuevo. Pues como decía un uniformado un día pensamos que una audiencia se había terminado como a las 12 de la noche, sentimos que venía un grupo grande de personas hablando en el segundo piso, imaginamos que ya salían de allí cuando ohh...  sorpresa nadie bajó…todos quedamos atemorizados, por lo que intentamos calmar a un uniformado que se descompensó.

Otros hechos escalofriantes tienen que ver que en horas de la noche se escuchan los ascensores que bajan de los pisos altos y se detienen en otros, o en el primer piso, cuyo timbre se escucha y cuando se abren las puertas nadie sale 

Del Palacio de Justicia se habla que era una antigua morgue en la época del general Simón Bolívar, la cual ahora es el sótano y la carceleta que por cierto es un lugar oscuro y húmedo, dónde se perciben energías pesadas, dice un Subintendente.

Otros afirman que esas almas en pena son personas que trabajaron allí durante muchos años y que murieron y no pudieron despegarse de su lugar de trabajo, otras versiones indican que son condenados que fallecieron y que regresaron buscando su libertad.

Lo cierto de estas vivencias es que en repetidas ocasiones se han celebrado misas con el fin de darles el descanso eterno y ayudarlos a trascender a una vida mejor…pero ellos siguen allí.

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